Hacía tiempo que no me encontraba una peli de este calibre, de las que no te esperas mucho de ella y te termina atrapando en sus tela de araña de la forma más rápida posible.

Henry Koster plantea un argumento muy atractivo con el mundo de las aeronaves y la aviación. Uno de sus investigadores, James Stewart, lleva tiempo realizando un tipo de prueba en las colas de los nuevos aviones de la compañía para la que presta sus servicios. Según su estudio meticuloso, no están preparadas para aguantar más de 1400 horas de vuelos y ya ha habido un accidente.

Ésta información llega a la Junta directiva y deciden enviarlo a estudiar los restos del fuselaje de un avión de la compañía que ha tenido un accidente. En ese viaje poco a poco irá informando a la gente más cercana y a la tripulación del avión del peligro que corren volando en un avión que se aproxima a las horas catastróficas.

El guión está muy bien desarrollado, desde bien temprano te plantea la cuestión y siembra la duda en el espectador, porque cuando comienza a conocer al personaje de Theodore Honey y su forma tan peculiar de vivir y de tratar con el resto de personas, las dudas serán mayores. ¿Será verdad lo que cuenta o se trata de un pirado con poder para decidir en cuestiones importantes de una empresa? ¿Serán capaces los miembros de la comisión de aceptar sus experimentos y dejar de facturar millones de dólares al paralizar la flota hasta que se revisen las colas?

Con una actuación magistral de Stewart, interpretando a un hombre que roza el autismo, con una hija a la que cría a su manera y apenas tiene contacto con chicos de su edad, debido a la muerte de su esposa, tendremos que acompañarlo en todo momento para descubrir si es un genio o un maniaco.

Ojo a los minutos de Marlene Dietrich, pedazo de estrella. Muy recomendable.