Billy Wilder es mi gran debilidad, pero no por ello le bebo las aguas con cualquier trabajo, pero el que es genio, lo es para siempre.

Primera plana va sobre el mundo de la información, eso queda reflejado desde muy pronto, tanto si nos hemos fijado en la carátula, como si hemos seguido los minutos iniciales de la película, donde con diferentes planos, nos hacen un recorrido espectacular en las tripas de un periódico y más concretamente, en la sala de imprentas, hasta que obtienen el producto final...el periódico.

La historia gira alrededor de una noticia trágica, el asesinato de un policía y la posible muerte o su absolución. Mientras tanto en la sala de prensa del Tribunal Supremo, un grupo de periodistas de diferentes agencias y periódicos esperan el desenlace final. Es aquí donde aparece el personaje principal (Jack Lemmon), Hildy Johnson, el cronista de sucesos del Chicago Examiner quien tendría que cubrir dicha información, decide dejar el trabajo y marcharse a otra ciudad para contraer matrimonio. Pero no le será nada fácil, ya que su jefe (Walter Matthau), Walter Burns, hará lo imposible y lo imposible para que su mejor redactor no deje escapar una grandísima oportunidad para su periódico.

La idea parece muy sencilla y lo es, de ahí el talento de Wilder, mediante giros constantes en el guión, no deja que la peli baje el ritmo de diversión y entretenimiento. Disfrutaremos de pensamientos y anécdotas que no están tan lejos de la realidad, como cuando ante el mismo hecho, cinco o seis personas escriben crónicas diferentes, unas más positivas y otras más catastrofistas. La gracia innata de Lemmon hará las delicias del espectador, muy ayudado por sus gestos, que a veces dicen más que sus palabras. Por otro lado, tendremos a Matthau ejerciendo del tipo más pícaro y astuto del planeta tierra, con tal de no perder a su hombre, es capaz de hacerse pasar por policía o contratar los servicios de una familia. En ciertos aspectos recuerda a películas como Doce hombres sin piedad o La ventana indiscreta, donde el rodaje se limita prácticamente a una habitación. Ni aún así pierde intensidad.

Como especie de el camarote famoso de los hermanos Marx, en un grupo reducido de espacio y con tanta gente, dará pie a mil y una escenas a cual más graciosa, no se pierdan a la jugada maestra para esconder al reo y ser los primeros en sacar la noticia.

Wilder juega inteligentemente con el espectador, mostrando a éste información que el resto de personajes desconocen y otorgándole un papel importante durante la trama, ya que la intriga y la curiosidad crece de forma alarmante.

Otra obra maestra del director. Como curiosidad, no recordaba que saliera una jovencísima Susan Sarandon y lo bella que era.