Últimamente se prodigan en la gran pantalla las películas históricas de hechos recientes, me refiero, por ejemplo, a Resistencia, a Valkiria, o ésta que ahora comento. Lo que es muy de agradecer teniendo en cuenta la inmensa capacidad que tiene el cine de transportarnos a épocas temporalmente alejadas de la nuestra, de sumergirnos, aprovechando la oscuridad y la soledad de la sala cinematográfica, en situaciones y momentos que quizás ocurrieron simultáneamente a nuestras vivencias o a las de nuestros padres.

Yo transitaba entre la niñez y la adolescencia cuando todo lo que se cuenta en Desafío pasaba; y también es cierto que aquí, en España, teníamos mucho más que un watergate, un giro completo del sistema que requería de nuestra atención casi absoluta. Por ello agradezco mucho esta película. Sabía de siempre que hubo una garganta profunda que delató a Nixon, pero no sabía que hubiera habido una sonrisa permanente que dejara sus mentiras al descubierto, por la sonrisa me refiero, claro está, a David Frost. Por otra parte, el film es un giro de Ron Howard hacia un cine de más peso o poso intelectual; parecería que Howard ha sentido cierta empatía hacia Frost, ya que para éste último estas entrevistas eran un salto hacia el periodismo más serio; la misma empatía que pudieron sentir Nixon y Frost por las razones que se exponen en la película.

Los 122 minutos de metraje se ven con permanente interés, sin pausas narrativas que permitan el aburrimiento. A pesar de que todo está encaminando hacia los minutos finales, y lo sabemos desde el principio, ninguno de los minutos que los preceden sobran ni son redundantes, algo que particularmente llevo muy mal. Sorprende bastante la poca preparación de Frost en las entrevistas o las respuestas de Nixon en la última de éstas, pero me consta que el film se ha ceñido estrictamente a la historia, por ejemplo, esa sonrisa profidén de Nixon, con la uve de la victoria y el gesto congelado, a punto de subir al helicóptero, una vez dimitido, es tal cual sucedió; en este sentido, estupendas interpretaciones de los dos protagonistas, condición sine quan non para que la película llegara a buen puerto.