"Usted que nos dió a mi esposa y a mi, un hogar, un empleo, incluso la amistad. Sabía que me dejaría ser su amigo. Era algo tan maravilloso para un refugiado... un hombre sin hogar... y ahora me odiará (...) Comprendió que mi esposa y yo no eramos unos simples criados".
Todo esto dice Otto al principio casi de su confesión y con estas palabras nos hace saber que es un refugiado alemán pero no un simple refugiado alemán perteneciente al pueblo llano pues se está escondiendo en la iglesia al amparo del sacerdote, por tanto pertenece a los culpables de la guerra. Esta declaración es necesaria para que el espectador los culpabilize a ambos, a él y a su esposa, y por tanto sean merecedores de castigo, por si alguno pensaba concederle algún tipo de indulgencia debido a su precaria situación.
Es la típica película con la ideología imperante de aquella época y en gran medida todavía también de la nuestra, en la que no hay tonos de gris, todo es blanco o negro, los malos son malos malísimos y los buenos, buenos buenísimos.