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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
8
Thriller. Drama. Intriga Margot, la mujer de Alex, fue brutalmente asesinada por un psicópata. Incapaz de recuperarse de la pérdida, su marido no deja de recordarla ni por un momento. Ocho años después recibe un e-mail. Lo abre y se encuentra con la imagen en tiempo real de una mujer entre la multitud: Margot. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2012
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más duro que perder para siempre a quien más se quiere debe ser descubrir de pronto un día que ese alguien no se fue, que sigue ahí, observándonos entre la multitud, oculto y sin embargo al alcance de la mano, sin poder darse por descontado y desaparecido, mostrándose para ser reconocido y escondiéndose para no ser visto, negándonos, a la vez, la felicidad del regreso y el consuelo de la añoranza.

Que un género a estas alturas tan previsible como el del thriller le dé a uno una sorpresa como ésta no deja de ser algo digno de celebrarse. Que esa sorpresa, además, sea francesa, tenga seis años y deje en bragas a sus equivalentes americanas no hace sino agrandar la sensación de asombro. Si a ello le añadimos que, a pesar de haber recibido infinidad de premios en su país, esta película pasara en su día de puntillas por algún que otro festival español sin llegar a estrenarse en las salas comerciales, hasta acabar en el mercado de DVD, el asunto se convierte en un auténtico misterio, a la altura del que plantea su argumento.

Un argumento que, dejémoslo claro, es cualquier cosa menos original. La influencia obvia que planea sobre toda la película es la de “Vértigo” y su exacerbado romanticismo necrófilo. A ella se le suma la ya consabida historia del falso culpable perseguido por la ley, con una inacabable lista de precedentes, desde los más venerables de Lang o Hitchcock hasta hitos más recientes del género como “El fugitivo”, con la que guarda no poco parentesco: pediatra injustamente acusado de haber matado a su esposa, ocho años atrás, que se ve obligado a huir de un perspicaz y obstinado inspector que, a medida que trata de darle caza, va convenciéndose de su inocencia.

Las semejanzas, sin embargo, se acaban ahí. La gran originalidad de esta peli radica en su inteligente estructura narrativa, en su trama diseñada como un puzzle de piezas desparramadas y en apariencia irreconciliables que, pese a su muy distinta naturaleza, van encajando a la perfección. Lo que empieza con una costumbrista escena campestre se transforma acto seguido en una oscura historia criminal, que deja paso al relato introspectivo de la vida de un viudo, un espléndido François Cluzet, doblemente obligado a enfrentarse a sus más dolorosos fantasmas personales. El gran mérito de Canet es el de armonizar, sin apenas chirridos, drama íntimo y thriller, remansados pasajes líricos y contemplativos y frenéticas y desbocadas escenas de acción, a lo largo de dos horas largas que se van en un suspiro.

A todo ello hay que sumarle una magnífica banda sonora que, milagro, no sirve de simple adorno de su metraje, sino que es significativa, cumple un papel crucial en el desarrollo de la trama y se ajusta como un guante al tono y el fondo de muchas de sus escenas. Sólo por esos minutos de crematorio, bañados en la belleza sobrenatural de la sublime versión de “Lilac wine” de Jeff Buckley, vale la pena echarle un vistazo a esta peli. Quién le hiciera volver a él al mundo de los vivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Normelvis Bates
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