Esta es la película que más me ha transmitido del cineasta, junto con Time. Es una película para ver relajado, sin prisas y para disfrutar. Para saborear cada escena, cada matiz. La fotografía y el uso del color son de lo más apropiados. La música es simplemente única.

Una historia de gran emotividad, onírica y muy subjetiva. Los dos actores principales brillan en todo momento.

No es fácil tratar una historia así, pero a Ki-duk le gusta plantar cara al "deber ser" a la moral. Aquí se da rienda suelta al sueño del anciano, aunque con una óptica trágica, como no podía ser de otra forma.

Films como "Baby Doll" y "Muerte en Venecia" guardan un contenido similar. Pero "El Arco" se desmarca de éstas en las formas al incorporar tantos elemtos poéticos, tanto minimalismo, tanto impacto visual. Aquí lo trágico no tiene más fuerza que la luz que transmite la obra. Y a ello contribuye la belleza de las imágenes.

Narra una ensoñación; un amor platónico, casi obsesivo; un deseo eterno o el placer de soñar despierto con lo imposible; el placer del dolor y de la melancolía más agridulce.

EL FINAL
Probablemente ha sido planteado así para resultar chocante. Es un arazaño chirriante a tanta belleza. Pero está en sintonía con ese enfoque rupturista. Tampoco hubiese quedado bien un final estereotipado o moralista. Ni es raro que Ki-duk adorne sus películas en las últimas escenas con algún hecho sobrenatural. El final es bello, pero no deja de ser algo incómodo. Tal vez porque, hasta entonces, el espectador ya se ha quedado prendado de la idealizada pureza de la hermosa actriz. ¿Intencionado?