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Voto de jastarloa:
9
7,8
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Bélico. Drama
Película de encargo para celebrar el 40 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Relata, a través de los ojos de un niño progresivamente endurecido por el sufrimiento, la matanza sistemática de los habitantes de las aldeas bielorrusas, más de 600, durante la guerra. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2007
65 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Usa la misma fotografía, pero a diferencia de otros directores rusos (como Tarkovsky), Klimov no exige nada a su espectador, sino que le ofrece. Le ofrece, por ejemplo, la posibilidad de verse inmerso en una de las peores pesadillas: las masacres que sufrieron muchas aldeas bielorrusas a manos de las tropas nazis durante el año 1943.
El arte de la cinematografía consiste en emplear todos los recursos técnicos al alcance para hacer que el espectador sienta lo que se desee que sienta. En este caso, los magníficos efectos de sonido, la música ambiental, el montaje, el manejo de la cámara, el empleo incluso de munición real (espectacular escena al anochecer en la que las balas flameantes, reales, silbaron a pocos centímetros del muchacho actor), logran que sintamos la sordera y oigamos el persistente zumbido tras el bombardeo, o que enloquezcamos junto a Florya, embarrados, tras haber apartado la mirada de los cadáveres de toda nuestra familia.
Lo que desde luego no se puede negar es que la película es visualmente apabullante y que, sobre todo en la segunda parte, te clava en el asiento, te petrifica.
Lo peor, lo que lamenté un poquito, fueron las actuaciones protagonistas. El chaval no tiene el talento de, por ejemplo, Nikolai Burlyayev ("La infancia de Iván", también bélica y también muy recomendable; "Andrei Rublev"), y la chica tampoco. Además, la escena del encuentro entre ambos es realmente ridícula –por Dios, qué carcajadas más falsas, qué primeros planos más mal seleccionados–. Por esa zona del metraje hay un par de diálogos teatralmente poéticos que tampoco tenían cabida, sobre todo por cómo se relata la historia posteriormente, de forma más bien realista. Y lo mismo ocurre con el montaje final en moción inversa hasta llegar a la fotografía del Hitler bebé, enérgico pero nada elegante, pues refleja un profundo odio y resentimiento focalizados en una sola persona; y la desagradable e incómoda pregunta que planteo aquí es: ¿quién tuvo lo culpa, el loco o los que siguieron al loco? Si a mí me viene un enano con bigote y me dice que le siga, que va a iniciar una "guerra total" contra ciertas razas por considerar la nuestra superior, le mando a tomar por saco. Pero no es tan sencillo. La locura colectiva es un fenómeno de difícil explicación; y puede manifestarse en cualquier lugar en cualquier momento. Este mismo fin de semana, en Alcorcón, a pocos kilómetros de donde yo vivo, se reunieron cientos de ciudadanos armados con diversos objetos contundentes dispuestos a "cazar" sudamericanos y negros; y que no mientan y que no digan que sólo iban a por los Latin Kings, que yo mismo en un bar oí a gente decir, ya por la tarde, lo que pensaban hacer por la noche.
El arte de la cinematografía consiste en emplear todos los recursos técnicos al alcance para hacer que el espectador sienta lo que se desee que sienta. En este caso, los magníficos efectos de sonido, la música ambiental, el montaje, el manejo de la cámara, el empleo incluso de munición real (espectacular escena al anochecer en la que las balas flameantes, reales, silbaron a pocos centímetros del muchacho actor), logran que sintamos la sordera y oigamos el persistente zumbido tras el bombardeo, o que enloquezcamos junto a Florya, embarrados, tras haber apartado la mirada de los cadáveres de toda nuestra familia.
Lo que desde luego no se puede negar es que la película es visualmente apabullante y que, sobre todo en la segunda parte, te clava en el asiento, te petrifica.
Lo peor, lo que lamenté un poquito, fueron las actuaciones protagonistas. El chaval no tiene el talento de, por ejemplo, Nikolai Burlyayev ("La infancia de Iván", también bélica y también muy recomendable; "Andrei Rublev"), y la chica tampoco. Además, la escena del encuentro entre ambos es realmente ridícula –por Dios, qué carcajadas más falsas, qué primeros planos más mal seleccionados–. Por esa zona del metraje hay un par de diálogos teatralmente poéticos que tampoco tenían cabida, sobre todo por cómo se relata la historia posteriormente, de forma más bien realista. Y lo mismo ocurre con el montaje final en moción inversa hasta llegar a la fotografía del Hitler bebé, enérgico pero nada elegante, pues refleja un profundo odio y resentimiento focalizados en una sola persona; y la desagradable e incómoda pregunta que planteo aquí es: ¿quién tuvo lo culpa, el loco o los que siguieron al loco? Si a mí me viene un enano con bigote y me dice que le siga, que va a iniciar una "guerra total" contra ciertas razas por considerar la nuestra superior, le mando a tomar por saco. Pero no es tan sencillo. La locura colectiva es un fenómeno de difícil explicación; y puede manifestarse en cualquier lugar en cualquier momento. Este mismo fin de semana, en Alcorcón, a pocos kilómetros de donde yo vivo, se reunieron cientos de ciudadanos armados con diversos objetos contundentes dispuestos a "cazar" sudamericanos y negros; y que no mientan y que no digan que sólo iban a por los Latin Kings, que yo mismo en un bar oí a gente decir, ya por la tarde, lo que pensaban hacer por la noche.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Como ya mencionaba mi paisano Chinaski en su crítica, fueron muchas las aldeas en las que los nazis encerraron a las gentes en graneros para quemarlos vivos. La masacre más conocida fue la de Katyn, efectivamente.
Aunque conviene aclarar que la película no cae en el panfleto, me parece oportuno dedicar un apartado a la crítica soviética. También hay que recordar que en la misma Katyn, antes incluso de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, la URSS, tras el pacto Ribbentrop-Molotov de no agresión tras la invasión alemano-soviética de Polonia, llevó a cabo masacres en las que se ejecutaron masivamente a prisioneros de la intelectualidad polaca. Fueron precisamente los mismos alemanes que iban asesinando los que descubrieron las fosas de esta otra matanza anterior.
Vamos, que en todas partes y en todas las épocas se cuecen habas.
Aunque conviene aclarar que la película no cae en el panfleto, me parece oportuno dedicar un apartado a la crítica soviética. También hay que recordar que en la misma Katyn, antes incluso de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, la URSS, tras el pacto Ribbentrop-Molotov de no agresión tras la invasión alemano-soviética de Polonia, llevó a cabo masacres en las que se ejecutaron masivamente a prisioneros de la intelectualidad polaca. Fueron precisamente los mismos alemanes que iban asesinando los que descubrieron las fosas de esta otra matanza anterior.
Vamos, que en todas partes y en todas las épocas se cuecen habas.