Casi cuarenta años más tarde, y de hecho los sobrepasa porque hay una secuela del 2018, del inicio de "Rocky" (1976), sigue la franquicia del boxeador más famosos del séptimo arte con una especie de reinicio sin llegar a serlo. La han titulado como "Creed", pero bien podría ser una "Rocky VII" o como digo en mi título "Rocreed", ya que el protagonista no es Balboa (Sylverster Stallone) sino el hijo de Apollo Creed, interpretado por Michael B. Jordan. La película no está dirigida ni escrita por Stallone pero aún así podría pasar perfectamente por una de las suyas porque no se despega lo más mínimo de la fórmula que ha tenido tanto éxito a lo largo de estas décadas. Por esta causa "Creed. La leyenda de Rocky" es una buena película, más allá de comparaciones que suelen ser peligrosas. El que la mayor parte de sus predecesoras sean mejoras no hace que esta sea mala.

En cualquier caso, se trata de una obra bien trabada en su parte dramática, amena en lo pugilístico y muy respetuosa con el estilo de la franquicia. Los personajes caen bien, incluida ella que en su primera escena parece una petarda pero no lo es en absoluto, y Sylvester Stallone está inmenso con un personaje ya a vuelta de todo. Por ejemplo, es imposible no emocionarse cada vez que se menciona a Adrian, esto sí que es una historia de amor, o hay algún guiño nostálgico. Dicho lo cual, esta nueva entrega no aporta nada significativo. Imita a las clásicas y como éstas son buenas, la presente también lo es pero siempre vamos a preferir a las originales, entre otras cosas porque están mejor hechas, el carisma de sus personajes es insuperable y su sentido de la composición, banda sonora, entrenamientos y momentos míticos, deja por el suelo a lo que vemos aquí.