Roman Polanski logra crear una historia inquietante y en esencia terrorífica mediante un hábil guión y una trama muy bien desarrollada en la que la naturalidad de las situaciones cotidianas alterna brillantemente con aquellas que son perturbadoras. Y todo sin recurrir a lo sangriento, truculento o fácil.

En realidad es como si el personaje de Mia Farrow se encontrara hundiéndose en arenas movedizas pero nadie se percata de ello, incluida ella misma. Todo está planeado, todo tiene sentido, todo se ejecuta para perderlo pero los que la rodean o no son conscientes del peligro (¡incluido el espectador!) o forman parte del mismo.

Aún así la parte del final creo que no está muy bien resuelta y el comportamiento de Mia Farrow es un poco incoherente y a veces demasiado frío, lo que le hace perder un poco de realismo a la segunda mitad de la cinta.

Muy buena la secuencia casi del final de los ascensores y Mia tratando de abrir la puerta de su apartamento con esa música jazz estridente.