Confieso que "El desafió de las águilas" fue de una de las películas que más me marcó en la niñez. La historia de este comando aliado infiltrándose en un castillo alemán, repeliendo metralleta en mano a los malos, con explosiones de por medio y secuencias de vértigo como las de los teleféricos, sencillamente me fascinaba. Unos cuantos años más tarde la volví a ver y me dije: "Bueno, no es para tanto". Hoy, me ha parecido incluso un poco rollo y algo pesada. Si yo hubiera podido, le hubiera recortado 70 de sus extensísimos 158 minutos de su duración.

Lo cierto es que es un poco raro que no funcione este trabajo que dirige Bruan G. Hutton. El planteamiento es bastante atractivo, la intriga se mantiene, hay dos protagonistas de peso, Richard Burton y Clint Eastwood, las escenas de acción, aunque algunas cogidas con pinzas, no son malas. Sin embargo, pese a lo dicho, "El desafió de las águilas" no cuaja. Quizás el principal defecto es que es sumamente lenta, describiendo secuencias con una minuciosidad que lo que consiguen es que te se hagan eternas sin ninguna necesidad de ello. La falta de ritmo, los baches en el guión, lo inverosímil que te empieza a parecer algunas cosas, la pérdida de tiempo en otras que no interesan y otros aspectos, acaban dejándote la sensación de producto poco trabajado, soso, previsible y hasta cansino. Por si fuera poco, los diálogos son prácticamente inexistentes de tal modo que nuestros héroes apenas interactúan entre si. Así, se convierten en unos completos desconocidos para el espectador.

No puedo terminar mi crítica sin hacer referencia a la pobre Mary Ure, la rubia compañera de Richard Burton, que unos pocos años más tarde, en 1975, acabaría suicidándose a los 42 años con una sobredosis de barbitúricos, supuestamente por problemas mentales. Dentro de la tragedia, lo más raro de todo fue que la noche anterior se había estrenado la versión teatral de "El Exorcista" interpretando Mary Ure el papel de la propia poseída por el demonio, Regan MacNeil. Fue a la mañana siguiente cuando se la encontró muerta, alargándose de este modo la sombra de la maldición del "Exorcista". Sea como fuere, la obra se canceló y nunca volvió a representarse ninguna otra sobre dicha película.