Con algo de retraso acabó de ver la última de superhéroes que me quedaba, que según los trailers de entonces parecía tener mala pinta. El hecho de que estuviera con los mandos David Ayer, un buen director, le podía dar un voto de confianza pero por desgracia se han confirmado los peores presagios. "Escuadrón suicida" es la adaptación del universo de DC Comics, que como no conozco, ni me importa, paso del argumento de que "en el original es así". El caso es que se vendió con cierta pompa y a la postre consiguió una taquilla potable, aunque seguramente algo más baja de lo que esperaban. Con 747 millones de dólares recaudados este largometraje se convirtió en el décimo del año en todo el mundo. Lo cual no quita que las críticas hayan sido malas. El 4,8 que tiene ahora en esta página es prueba de que es un horror, teniendo en cuenta lo bien que se valoran las obras de superhéroes. Al final lo que ha quedado de este trabajo, porque es lo mejor, es el icono de Harley Quinn (Margot Robbie), pero no por su ambivalente e idiotizado personaje sino por el look tirando a sexy que me lleva.

Dicho esto, el problema de "Escuadrón suicida" es de concepto. Voy a resumirlo en tres grandes errores. Primero, los malos que son buenos. Cierto que algunos, que están de relleno, no son ni buenos ni malos, pero resulta muy difícil empatizar con asesinos a sueldo, locas homicidas o violentos abrasapersonas, máxime cuando luego se ponen a pastelear recordando a sus hijos y otras basuras para dar pena. Segundo, el equipo que han formado es de pardillos, sólo uno tiene verdaderos poderes, así que los villanos tienen que ser rematadamente flojos para que la cosa avance. Y efectivamente así es. Tercero, amoralidad. Que el personaje más repugnante de la función se vaya de rositas es demencial (SPOILER). A partir de aquí hay poco que hacer y David Ayer no puede remontar el punto de partida, es más, lo empeora con una trama simplísima, una presentación de personajes larguísima, unas secuencias de acción bobas y aburridas, el combate final con una tía con cuchillos es de pena, y unos guiños a la marginalidad social. Ya, ellos son así, los pobres, porque "el mundo no ha hecho nada por nosotros".