Puede que acostumbrados a un cine más moderno, más lento, con circunloquios, largas presentaciones, secuencias que no sirven para nada y muchos diálogos intrascendentes, "El halcón maltés" nos resulte algo chocante pues es todo lo contrario. Por eso digo que hay que meterse en la época, en lo que es el género del cine negro. En este caso "El halcón maltés", que por lo que se ve prácticamente inauguró el género, se desenvuelve como mandan los cánones: un guión muy enrevesado, una acción directa, diálogos incisivos, tipos duros, un héroe inmutable, irónico pero muy seguro de si mismo, la presencia femenina, ya sea como mujer fatal o como damisela en apuros (SPOILER) y, como no, la corrupción y el delito por doquier.

Ciertamente "El halcón maltés" está algo sobrevalorada aunque tal y como es el argumento parece que no se puede hacer mucho más. Tal vez te resulta el planteamiento forzosamente confuso pues el protagonista y ella dan muchas vueltas para ir desvelando las cosas, lo cual parece innecesario. Luego los malos no tienen mucha planta y el modo en el que Sam los va desarmando no les hace parecer muy temibles. A la postre, John Huston, que rodaba su primera película, no acaba de atinar a la hora de darle más consistencia o resolver algunas secuencias de un modo más acertado, salvo en algunas pinceladas. Por ejemplo, la búsqueda de la estatuilla tiene un aire que te recuerda a "Indiana Jones" con toda esa caterva de malos detrás de la reliquia.