Quizá hubiera sido mejor mantener el título original, esos 'Little Children' esconde mucho más matices que tienen que ver con la película que el genérico 'Juegos secretos' que, la verdad, no nos dice nada de la trama.

Esos 'Little Children' del título original son esos chiquillos de tres o cuatro años que deambulean por esta película y que, paralelamente, son testigos de muchos de los actos, a veces infantiles, de los mal llamados adultos. Además de convertirse en el blanco de un exhibicionista, que no pederasta, que da más miedo que un diluvio universal.

Así tenemos a una Kate Winslet poco agraciada que tiene una hija de poco más de tres años y que está casada con un hombre que se excita más con una tía cachonda a la que espia por internet que con su mujer. Y a Patrick Wilson, un atractivo papá que todos los días lleva a su hijo de poco más de tres años al parque y se convierte en el blanco de las fantasías de tres amas de casa, mujeres que a pesar de todo, no toleran ni la más mínima salida de tono.

Entre la Winslet y el Wilson surge una atracción sexual immediata, a pesar de que él está casado con una preciosidad como Jennifer Connelly. Y, para hacer un poco más interesante la función, por el barrio deambulea un exhicionista, Jackie Earle Haley, al que le va contemplar a críos de corta edad y que acaba de instalarse con su anciana madre, tras cumplir una condena. El hombre comprende su problema, y sólo en el 'acto' desesperado que comete hacia el final se entiende el sufrimiento y el dolor que le acompaña.

Así la puritana sociedad, en cuyos soterrados cimientos hay sordidez, se atreve a escandalizarse ante el despróposito de que ese hombre indeseable (el delicuente sexual) campe a sus anchas por doquier, mientras sus pequeños hijos, con sus pequeños ojos que todo lo ven, se mueven tranquila e inocentemente por ese barrio de revista. Hipócritas ellos, puesto que muchas veces no son tan inmaculados e impolutos como creen.

Una película de vidas 'cruzadas' interesante que retrata con acierto esa ambigüedad de la sociedad que quiere ser abierta y moderna y que acaba convirtiéndose en convencional y hasta cobarde o acomodaticia. Buenas interpretaciones de todo el reparto, especialmente de Kate Winslet y de Jackie Earle Haley, además de interesantes aportaciones, como el paralelismo entre el personaje de Kate Winslet (espléndida) y Emma Bovary, con especial mención al parlamento que hace el mismo personaje de la obra de Flaubert. Acertadísima tanto en el fondo como en la forma.