Vista en VO, el doblaje en España murió antes que naciera la choni de las transparencias.

Bueno pues otra crítica que obliga a escribir el churro-merinero de turno que se siente defraudado porque al Titus le falta melanina literaria, con lo curiosamente parecido a Zaplana que resulta el actor.

Ni idea de cómo quedan las novelas de Conelly comparadas con la lista de la compra de Virgilio, pero estos señores de delante y detrás de la cámara están ENORMES aquí, desde la primera temporada hasta el episodio que vi ayer.
Por sus méritos y saber hacer, pero sobre todo en comparación con la actual producción infantiloide de tanto cano que desayuna con una taza de Darth Vader y se devuelve extremadamente generoso una mirada de Orson Welles durante un momento más propio de buscar acierto con aquello que partió de su uretra.

Desde su inicio marcó una linea con su propio lenguaje e indicando saber a dónde dirigirse, y así se mantiene hasta la temporada presente, otra serie policíaca que te cuenta lo de siempre pero de una forma nueva, qué asombroso en el tsunami audiovisual de cada día. Son lógicos y de esperar los altibajos pero nada de tristes derrumbes o colapsos como el de Mozart in the jungle. Pese al circo que supone montar estas producciones, toda esos egos de gente capaz y madura generan un poderoso vector, con sencillez en tiempos de 4k, o con artificio cuando es pertinente. Me sorprendió al inicio, me emocionó otra vez anoche.

Para concluir también con melanina comentar mi admiración a dos personajes nada secundarios construirlos con sobriedad, por ellos y por alguno más que no se vé. No tengo ganas de buscar ejemplos de papeles de vergüenza elegidos voluntariamente por millonarios consagrados, me quedo con el legítimo orgullo que sienten Jamie Hector o DaJuan Johnson participando en algo como el episodio ocho de la cuarta temporada.

Salvedades al vertido indiscriminado de flores de aquí arriba, dos.
Una, la sintonía de uno que sabe de música lo mismo que de Historia el de las telenovelas y el de Cuéntame. Se ha mantenido inexplicablemente temporada a temporada pero viene muy bien al principio cuando crees que te encuentras con “otra” serie de policías y arrugas la ceja.

Y dos la de la petarda de la hija, no digo que no tenga mimbres la niña, pero si lo más lejos que ha estado de su zona de confort fue en una inflamación de aureola con aquella camiseta barata no hay de dónde sacar profundidad narrativa.

Como decían aquellos señores sin brazos y con cabeza de mármol, primero vivir y después filosofar.