Hace mucho tiempo que Robert De Niro forma parte de la historia del séptimo arte: desde su sutil interpretación en el Padrino II hasta el desgraciado Louis de Jackie Brown, para mí su último gran papel. Sin embargo, gran parte de su éxito se lo debe a Martin Scorsese, con papelones como el de Travis (Taxi Driver), la Motta (Toro salvaje) o Jimmy, un cabrón que acojona de verdad (Uno de los nuestros)
Con Una historia del Bronx, De Niro rinde un homenaje a su padre y al afamado director italoamericano, porque esta sensacional película reúne los mejores ingredientes de Scorsese: con una Nueva York sucia y poética como escenario, perfectamente recreada, que suena a blues y huele a pólvora.
También, gracias a Chazz Palminteri esta peli será inmortal, por su brillante interpretación como Sonny, y por el guión: inmenso, tierno y desgarrador. Cómo es posible que unos tipos tan duros en un ambiente tan sórdido, puedan parecernos tan sensibles en una atmósfera tan mágica.
De Niro debutó como director con esta cinta de modestas pretensiones, y es sin duda una de mis películas favoritas de los 90, un clásico.