Si alguien viera un día de casualidad, esta película en la televisión (entre el principio y la mitad de la película) y no estuviera muy atento, podría creer que esta viendo algún clásico de Akira Kurosawa, Mizoguchi, Ozu, Kobayashi u otro gran director del cine japonés.
Después podría ver el año del film y darle un ictus o un soponcio. Y es que este es uno de los puntos positivos que tiene esta película. Hasta cierto momento y mientras se va transcurriendo el cautiverio de los dos soldados japoneses, parece una película del director mas inspirado, en un buen estado de forma.
Sobre la película visualmente, ninguna pega. Todo da la apariencia de clásico en blanco y negro. Y la historia hasta ese momento antes mencionado, también cumple su cometido.

El problema llega cuando en cierto punto de la historia, cambia totalmente el color de la película. Se pasa de una historia sencilla contada con brillantez, a una serie de sucesos sin demasiado sentido.
La película pretende pasar de comedia a drama y viceversa. En un momento de la película consigue transmitir las sensaciones que solo lograban los grandes genios anteriormente mencionados, pero llega un momento en el que la película se queda sin control y se dirige sin frenos a un precipicio.
Se pierde la medida de lo razonablemente aceptable y acaba cayendo en el tedio mas absoluto.