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España España · Madrid
Voto de Victoria:
10
7,4
7.882
Documental. Drama Cortometraje documental que hace un retrato de Las Hurdes (Cáceres), una de las regiones más pobres y menos desarrolladas de la España de 1932. La insalubridad, la miseria y la falta de oportunidades provocan la emigración de los jóvenes y la soledad de quienes se quedan en esta desolada región extremeña. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto que Buñuel miente descaradamente cuando pretende hacernos creer que lo que filma se desarrolla ante su cámara de forma espontánea sin ningún tipo de intervención por su parte, porque salta a la vista que todo está construido de la manera más efectista posible. Sin embargo, no me importa que me mienta, porque si bien es cierto que lo que nos muestra no es real en ese momento y en ese lugar, no deja de reflejar todo un conjunto de circunstancias que sí eran reales con esa y mayor crudeza, si no en esa región (cuya realidad, sinceramente, dudo que se alejara mucho de lo que recrea el documental), sí en otras muchas regiones españolas de la época.

No muestra irrealidades, ni fantasías, ni disparates de ninguna clase. Simplemente nos muestra miseria en forma de niños famélicos, tradiciones salvajes, ignorancia, enfermedades como el bocio, el cretinisimo y el paludismo causadas por una alimentación precaria, consanguinidad y ausencia de unas básicas medidas higiénicas… Que justo el enfermo filmado no esté verdaderamente tan enfermo como parece o que el niño que se nos muestra como muerto no lo esté, no implica que Buñuel se esté inventado algo que no ocurría, simplemente está recreando de forma artificial una realidad entonces cotidiana.

Entiendo que el hecho de no admitir deliberadamente que lo filmado no es natural sino dirigido, tiene como objetivo impactar de una forma más directa en nuestras mentes y, por tanto, es una “manipulación” al servicio de una crítica social sumamente necesaria. Y entrecomillo la palabra manipulación porque yo no lo considero como tal ya que no inventó nada que no existiera y creo que podría haberse logrado un resultado similar o incluso más impactante sin más que filmando a escondidas sin ningún tipo de intervención la realidad de esa u otras muchas regiones de la España de 1932.

Ahora viene lo que considero imperdonable: el daño que causó para obtener este material.
Si para poner voz a los más desamparados, satisfaciendo así su caprichito de burguesito de renombre, era necesario dañar y humillar a personas ya de por sí desfavorecidas, se podía haber metido el documental por el culo. El disparo a la cabra y la tortura a que someten al burro para brindarnos una imagen surrealista de esas que tanto le ponen, me parece execrable pero, sobre todo, me parece inadmisible la imagen circense que nos transmite de los muchachos enfermos de cretinismo a los que nos muestra como extraños seres salvajes y agresivos de físico atroz que habitan entre las rocas de las montañas, o esa idea de que los padres roban el pan de sus niños cuando imagino que se deslomaban a trabajar para poder darles algo de comer.

En toda esa basura no veo crítica ninguna, ni apelación a la compasión, la empatía, la subversión o la rabia, que es lo que pienso que debería ser la única motivación de este trabajo -ya sea falso o verdadero-, no. Lo que veo es llamamiento al morbazo, autobombo y ganas de que su nombre resuene por todo el planeta a costa de la mugre ajena. No creo en su supuesta intención reivindicativa, no era necesario nada de esto para ello, creo en su ambición.

No obstante, como producto cinematográfico, no tiene desperdicio. La fotografía, esos primeros planos de rostros ajados de personas anónimas y esa preciosa narración en off hacen que el resultado sea sublime y verlo suponga una gozada. Por eso animo a todo el mundo a verla, pero sin ignorar la chapuza que había detrás.
Victoria
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