Solo nombrar a John Ford hace retrotraer a las películas del viejo oeste, donde John Wayne partía el bacalao en paisajes donde el asfalto aún no había llegado. No siempre fue así, John Wayne a veces no tenía que impartir justicia y John Ford no siempre dirigía westerns. Y esta 'El hombre tranquilo', que cumple ambas funciones, que se salía de su zona de comfort es justamente de sus mejores creaciones.

Aquí no hay enemigos, ni villanos de un modo de vida. Simple y llanamente, el compinche de Ford es un hombre asqueado de lo que ha vivido en USA y decide que es hora de pasar a una vida más apacible en Irlanda. Lamentablemente para él, no encontrará tampoco tranquilidad.

El encanto, y la rareza, de 'El hombre tranquilo es el ecosistema que recorre el bonito pueblo irlandés de Innisfree donde se ve que están necesitados de aventuras, aventuras que les da en cuanto Sean Thornton (John Wayne) pone un solo pie en el pueblo, y de ahí en adelante será una mezcla de comedia con tintes surrealistas y algo de drama sin necesidad de usar el kleenex.

La mezcla bien llevada de comedia y drama junto a unas interpretaciones magníficas del propio 'Duque' (que no alardea de talento dejándolo todo a un registro sólido con mucha clase), la bellísima Maureen O'Hara y Victor McLaglen como el hermano del personaje de O'Hara y que cumple las funciones de 'villano'. Se ha convertido a día de hoy (pero bastante me falta por ver del señor Ford) en mi película favorita del legendario realizador, seguido muy de cerca por 'El hombre que mató a Liberty Valance'.

Y un reconocimiento especial para Ford porque el salirse del género del western no le amilanó y siguió demostrando porque es una figura reverencial del séptimo arte.