Después de la negativa de Sean Connery a interpretar a 007, los productores encontraron en Roger Moore a su sustituto. Moore era mayor que Connery pero aparentaba ser más joven. En esta ocasión Bond tiene que liquidar a un importante traficante de drogas encarnado por Yaphet Kotto. La película se ambienta en el peligroso mundo del vudú y la mayoría de los actores son de raza negra en un intento de estar a la moda con las películas que triunfaban en aquella época al estilo de las de la saga Shaft. Una jovencísima Jane Seymour interpreta a la chica Bond de turno, que como no puede ser de otra manera, sucumbirá a los encantos de 007 y le ayudará en su misión. Kotto representa muy bien su papel de malvado traficante de drogas, demostrando lo gran actor que es en unos años en los que los actores negros brillaban por su ausencia en Hollywood. El tema central "Live and let die" de Paul McCartney, fue muy popular en su momento y llegó a lo más alto en las listas de éxitos. Por este trabajo Paul recibió una nominación al Oscar.

La película está dirigida por el veterano Guy Hamilton, que ya había dirigido Goldfinger y Diamantes para la eternidad con gran éxito. Roger Moore encajó perfectamente en el papel con una interpretación similar a la que ofreció en la teleserie El santo. Aunque es peor actor que Connery, supo darle a Bond un nuevo enfoque más cómico que fue del agrado del gran público convirtiendo su primera incursión en la saga en otro gran éxito. También es verdad que los más puristas no vieron con buenos ojos este nuevo Bond autoparódico porque les parecía demasiado ridículo. A partir de este momento la saga Bond se transforma y ofrece más espectáculo y menos calidad. De todas formas Vive y deja morir no es muy exagerada y resulta sumamente entretenida.