Después de triunfar inesperadamente en los oscars con la estupenda Carros de fuego, el director Hugh Hudson dispuso de todos los medios a su alcance para dirigir este ambicioso proyecto que recrea la historia de Tarzán. Un hombre que pierde a sus padres cuando era un bebé en la selva africana es adoptado por una manada de monos entre los que crece y se hace un hombre hasta que es descubierto por una expedición de exploradores británicos. A su regreso a Inglaterra descubren que se trata del hijo de un aristócrata al que daban por muerto. Sin embargo, su proceso de adaptación a la vida civilizada no será fácil. Su atractiva prima se enternecerá de él y le enseñará los modales y costumbres de la alta sociedad surgiendo entre ellos un romance.

Técnicamente la película está muy bien hecha, destacando su hermosa fotografía, la elegante banda sonora y los efectos de maquillaje del experto Rick Baker. El argumento se inspira vagamente en la novela de Edgar Rice Burroughs, pero en general, a la historia le falta chicha, resulta fría y carece del encanto de las antiguas películas de Tarzán de los años treinta y cuarenta. Más que una película de aventuras, Greystoke es un drama antropológico desprovisto de la gracia y el encanto del Tarzán de Johnny Weissmuller.

En el apartado interpretativo, un debutante Christopher Lambert da el pego físicamente como Tarzán mientras que la también debutante Andie MacDowell es la atractiva Jane Porter, entre ambos hay poca química y su historia de amor no funciona. El veterano Ralph Richardson, que fue nominado al oscar por este trabajo, realiza una de sus últimas interpretaciones. También destaca la presencia de ilustres secundarios como James Fox e Ian Holm.