Coincidiendo con el cuarenta aniversario de la fructífera saga cinematográfica, el mismísimo John Carpenter desvinculado de ella desde la segunda entrega, da su personal aprobación a esta secuela directa de la original obviando la bazofia de secuelas que se rodaron después con alguna honrosa excepción. Y lo cierto es que esta nueva entrega no está mal, humildemente también doy mi visto bueno. No se puede hacer mejor, no se le puede pedir más a una historia mil veces contada desde todos los puntos de vista. En esta ocasión el guión está bastante más trabajado, profundizando un poco más en los personajes principales con el propósito de ganar respeto y credibilidad en una película que homenajea a la original y aporta también sus ideas propias cerrando el círculo de una vez por todas.

La veterana Jamie Lee Curtis encarna de nuevo a la aguerrida protagonista, abuela esta vez, que después de tanto tiempo y marcada por los sucesos de aquella trágica noche de 1978, ha estado preparándose para el regreso de Michael Myers. De nuevo el tremebundo psicópata escapa del reformatorio en el que lleva toda su vida encerrado para dar matarile a todo quisque.

Es lo de siempre pero mejor contado, más creíble, más digno. Tiene algunos giros que pueden no convencer a todos, algunas sorpresas, guiños y un par de sustos bien logrados, y lo cierto es que para ser otro slasher, tiene el suficiente interés como para agradar a la audiencia. De hecho fue la única la sala que estaba abarrotada y el público mayoritariamente juvenil disfrutó del espectáculo sin hacer el chorra más de la cuenta.