La trama de la película se centra única y exclusivamente en la historia de amor de la sobrina de Pablo Escobar y su novio surfero (dos personajes que espero que no hayan existido), pasando por alto completamente al personaje que da nombre a la película, ya que su existencia únicamente es la excusa para hacer desgraciados a los tortolitos.

Una decepción absoluta que una gran actuación de Benicio del Toro se malogre de esa manera.

Un personaje, cuya vida es suficientemente interesante como para hacer horas y horas de material, es demonizado (de Pablo Escobar lo único que refleja la película es que le gustaba la sangre, dando alguna referencia de su vida muy por encima para justificar usar su nombre) para dramatizar una historia que se queda a años luz de la persona entorno a quién debía girar, y de quién la encarna.

Como síntesis diré que si utilizaron a Pablo Escobar, y no a Perico el de los palotes, es para atraer a ingenuos como yo que esperaban una película sobre Pablo Escobar, o por lo menos un trabajo con un mínimo de amor propio, que intentase valer el dinero de la entrada que hay que pagar por verla.