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España España · La Laguna (Tenerife)
Voto de Yo mismo (o no):
1
Thriller. Terror Una joven, que tiene una relación difícil con su madre, se enfrenta a las misteriosas desapariciones de otras jóvenes. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nefasto episodio de 'Cuéntame un cuento', serie que ha ido desmejorando a medida que se sucedían las historias (y eso que voy sólo por la tercera). En esta ocasión se intenta adaptar el cuento de 'Caperucita Roja' de una manera en que no hay Caperucita Roja por ninguna parte. Laia Costa encarna a la protagonista, Claudia, una jovencita de 16 años recién cumplidos (la actriz cumple en menos de dos meses los 30, juzguen ustedes mismos) que se traslada del pueblo donde vivía con su padre a la gran ciudad con su madre y su nuevo novio policía. Pero recién llegada unos crímenes azotan el túnel pintado de bosque por donde la 'niña' tiene que pasar para visitar a su abuela Manuela, una ancianita entrañable que aprende el manejo de Internet gracias a la ayuda de un vecino, un tal Antonio, que sí, que le da por eso en sus ratos libres. Vamos, un rollo que no veas. En el instituto conoce al machote de turno, que tiene moto y fuma porros en el baño de las chicas y que de paso es el principal sospechoso de los asesinatos porque había salido con las dos víctimas. Y el último personaje es la amiga de Caperucita, una plomiza Teresa (anda que no me recuerda a Andrea, la fea de 'Sensación de vivir') que no hace más que llamarla por teléfono porque no soporta su soledad o la incomprensión del mundo, vaya uno a saber...

Y con este mejunje más la voz aborrecible del narrador (porque nos tienen que contar las cosas, no vaya a ser que nos perdamos) crean esta adaptación de los cuentos de Perrault y de los hermanos Grimm, dirigida por Fernando Bassi. Los actores están pésimos: de entrada, como advertí antes, ni siquiera Laia Costa se cree al personaje que interpreta y al que dobla en edad. Adolfo Fernández está plano. Javier Godino nos regala una de las sobreactuaciones más latentes de los últimos tiempos.

El guion, con el propósito de confundir a un espectador que en 10 minutos posiblemente ha resuelto el pequeño misterio, va dando tumbos de un sospechoso a otro, sin más aliciente que el del engaño gratuito. Y, de esta manera, es normal que se sucedan los fallos. Pero... ¿tantos?

En resumen, un olvidable episodio banal y que no ofrece nada y que, por supuesto, no merece la pena ver.
Yo mismo (o no)
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