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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama Cocó, de ocho años, no encaja en las expectativas del resto y no entiende por qué. Todos a su alrededor insisten en llamarle Aitor pero no se reconoce en ese nombre ni en la mirada de los demás. Su madre Ane, (Patricia López Arnaiz), sumida en una crisis profesional y sentimental, aprovechará las vacaciones para viajar con sus tres hijos a la casa materna, donde reside su madre Lita (Itziar Lazkano) y su tía Lourdes (Ane Gabarain), ... [+]
7 de octubre de 2023
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que cuenta “20.000 especies de abejas” es muy necesario y además está muy bien contado. La cineasta vasca Estíbaliz Urresola Solaguren sabe lo que hace, demuestra una sutileza extraordinaria y se toma el tiempo que la historia que narra requiere para contarla. Pero, sobre todo, elige la perspectiva infantil para introducirnos en el drama, y ahí es donde más y mejor acierta. Se cimenta, además, en dos interpretaciones maravillosas de la siempre solvente Patricia López Arnaiz y me descubre a una actriz preadolescente portentosa llamada Sofía Otero. Y, si todo es lo que debe ser, ¿por qué no me emociona?

Esa es la gran pregunta que me hago ante un film fantástico y multipremiado (con justicia) sobre una niña atrapada en el cuerpo de Aitor que necesita ser entendida, respetada y aceptada por su familia. El verano en el que su madre vuelve a la Euskadi rural para pasarlo en la casa familiar de la abuela con su hermana, su hermano y ella pero sin su padre, porque ese matrimonio tiene las horas contadas, encontrará en ese ambiente matriarcal de Euskadi el caldo de cultivo imprescindible para comenzar a expresarse con autenticidad, especialmente delante de su tía abuela Lourdes, apicultora y más abierta y menos enclaustrada en el ambiente conservador que rodea a la niña.

Estíbaliz Urresola Solaguren encuentra el tono adecuado para llevarnos de la mano de manera pausada y sutil por el, desgraciadamente, excesivo metraje de la cinta y nos introduce en su ritmo pausado gracias a una preciosa dirección de fotografía de Gina Ferrer.

El guión, de la propia directora, es sostenido por el trabajo actoral superlativo de madre e hija, de Patricia López Arnaiz (¿cuándo no está a la altura de lo que se le exige esta extraordinaria actriz?) y de una Sofía Otero que nos regala una mirada limpia y triste a cámara como si de la Ana Torrent de “Cría cuervos” de Carlos Saura se tratase. No me puedo explicar finalmente por qué no me ha calado más este film.
Sergio Berbel
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