La gran virtud de "Rebobine por favor" (RPF), su apuesta por el humor inteligente, es a la vez su mayor defecto. En los tiempos que corren, donde el noventa y cinco por ciento de las comedias se basan aflojar pasta para contratar a histriones (no sé por qué me viene a la cabeza Adam Sandler) haciendo gansadas chabacanas, se agradece que haya películas con no demasiado presupuesto pero sí imaginación para preparar gags basados en situaciones y diálogos. El problema es que, desgraciadamente, aquí se han pasado de sutiles por lo que ni termina de enganchar ni queda del todo claro que su apariencia de película cutre sea sólo apariencia. Por decirlo con sus propias palabras, puede parecer una "suecada" de las que parodia la propia película.

Para empezar, en ningún momento se deja claro de manera explícita que RPF sea una comedia; no hay una sucesión de sketches sino un desarrollo de película normal en la que a unos personajes simpáticos les terminan pasando cosas graciosas de manera natural. Lo bueno es que no hay escenas ni argumentos forzados que provoquen vergüenza ajena y lo malo que ni siquera los grandes momentos de humor consiguen provocar más allá de una sonrisa y una felicitación mental a los guionistas en plan "jo, que punto... ha calado 2001 Odiesa en el Espacio" o "que gag tan currado".

En el fondo no es nada del otro mundo, pero deja buen sabor de boca... No es una película para descargar tensiones a través de la risa, pero entender los momentos de parodia e ironía es un buen ejercicio neuronal. Por ejemplo Danny Glover parece un personaje anodino y melancólico, pero prestando atención tiene momentos de auténtica mala leche. Con Mia Farrow pasa algo parecido, aparenta ser una loca en un papel sin sentido pero en las cuatro cosas que dice tira con bala. El resto del reparto, con un Jack Black superpasado como siempre y un Mos Def que lo borda, también encajan perfectamente en sus papeles.

Resumiendo: recomendable, pero absténganse admiradores de Rob Schneider y Martin Lawrence.