Siempre he dicho que una saga no es saga o una película supuestamente icónica no es suficientemente icónica hasta que no sale en una variante de “Scary Movie”. De hecho, ya cuando te dedican una película completa como “Casi 300” o “Híncame el diente” es que tienes que ser la caña. Curiosa e injustamente, la franquicia “A todo gas” ha sido ignorada por los productores de parodias (probablemente porque es una fórmula gastada en la que ya nadie quiere invertir) así que habrá que considerar esta “Need for Speed” como la pariente pobre que demuestra que “A todo gas” es un clásico del que pueden salir esquejes en forma de imitaciones o parodias.

Pero tampoco nos cebemos injustamente. Aun siendo indiscutible que es una obra nacida a rebufo de las películas de Vin Diesel y Paul Walker, tiene cierta personalidad, no cae en la astracanada y, desde luego, no es un truño. Entrañable y un poco hortera, pero no es mala. Por supuesto, está construida alrededor de sus espectaculares escenas de carreras con coches deportivos de alta gama y no hay que buscar demasiado sentido en todo lo que sucede alrededor de las persecuciones, tiroteos y explosiones. Cuanto menos se piense en esas carreras ilegales retransmitidas en tiempo real por streaming a través de una página de internet o en cómo organizar un viaje que atraviesa EEUU en unas pocas horas, mejor.

Está el habitual romance, la esperada venganza, los protagonistas guapetones y sobre todo mucho embrague y goma quemada. Ah, y sale Michael Keaton sudando tinta para intentar dar algo de sentido al papel más absurdo de su carrera. “Need for speed” no vale gran cosa, pero te pones a verla, entretiene y cuando te quieres dar cuenta se te ha pasado el tiempo volando. Que en el fondo es de lo que se trata, así que un pase sí que tiene.