En mi defensa diré únicamente que sólo en dos ocasiones me he quedado sin ver el final de una película: la primera hace dos años que la novia se puso tontorrona y me vi forzado a apagar la televisión y ésta, de nuevo con ella, pero por motivos bien diferentes. Horrorosa, no se entiende nada, según avanza la película parece que el director había basado el rodaje en la improvisación bajo los efectos de alguna sustancia no muy lícita (ya me diréis qué relación puede tener una película de Vin Diesel con la mismísima Virgen María). Al menos no fui unos de esos que pagaron dinero por verla porque eso hubiera sido de juzgado de guardia.