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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Comedia. Fantástico La actriz Madeline Ashton (Meryl Streep) le "roba" el prometido, el cirujano plástico Ernest Menville (Bruce Willis), a su amiga Helen (Goldie Hawn) y se casa con él. Siete años después, Madeline solo vive por y para su físico, Helen tiene sobrepeso y depresión, y Ernest es un borracho y maquilla cadáveres. Pasan otros siete años, Helen ha escrito un libro y, para sorpresa y horror de Madeline, está delgada y guapa por lo que la actriz ... [+]
21 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El diablo está en los detalles.
En esas patas de gallo que se alargan cada día más, en esas carnes fofas que descienden un centímetro más, o en ese clareado pelo que se cae sin cesar.
Digamos que es una gran putada no poseer la inmortalidad.

Pero, ¿y si te la concediera una tipa milenaria de tetas al aire y cuerpo escultural?
‘La Muerte os sienta tan Bien’ sólo supera su mala baba con su creciente locura y excentricidad, retratando un posible Hollywood donde es importante acoplarse a una dictadura de las arruguitas de más.
El mérito de la carcajada no es exclusivo de las hostias a la industria de la imagen, sino porque nada hace más gracia que ver a los “serios de la clase” pasándoselo bien: Goldie Hawn ya tiene galones en esto, pero entre Meryl Streep y Bruce Willis existe una competición magnífica por ver quién es más dibujo animado sin caer en la parodia.

Al final, el humor no es sólo por las risas, sino para hacernos tragar más dulcemente el puro veneno de dos lagartas vanidosas, oportunistas y absolutamente chifladas, enganchadas al calmante bisturí de un cirujano que no tiene muy clara la diferencia entre amor y sumisión.
No sé por qué, el terreno sigue siendo de dibujo animado, con agujeros en el cuerpo y cuellos retorcidos, pero no deja de ser un escenario nada ajeno a las revistas del corazón.

Quizá la inmortalidad no iba de esto.
Quizá es algo inmune a dos perras ansiosas que se van a pasar la no-vida repasándose la chapa y pintura.

Pero, en la mejor tradición de las comedias descojonantemente serias, esa es una reflexión que apenas dura un segundo: volvemos a estar demasiado ocupados viendo como todavía hay maneras de sacarse de quicio para rascar un segundo más de juventud.
Tocará morirse, de verdad, para ver que las arrugas son lo de menos en la inmortalidad.
Charles
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