Las expectativas suelen ser demasiado elevadas en casos así quizás, tal vez el nombre de John Ford siempre produce la esperanza de encontrar algo más divertido, algo mejor. En este caso no me cuesta ser objetivo para dar mi opinión sobre una película muy irregular que a mi juicio no merece ser aprobada. Una lástima, Thomas Mitchell ejerce muy por delante de Wayne de protagonista total, pero su actitud, junto a la de sus compañeros, a menudo resulta demasiado incomprensible. No es que sean seres limitados, es que superan la línea que separa directamente a los tarugos, así que por mucha condescendencia que se tenga no resulta cómodo a menudo observar su vida dentro del barco.

¿Amistad?; puede que sí, ¿valores?; creo que eso ya no tanto. El caso es que la película avanza a trompicones y ofrece pasajes muy desiguales. La claustrofobia que inyecta puede que sea correcta y además, de eso estoy convencido, Ford posiblemente no pudo hacer las cosas mejor con los medios que dispuso. No me extrañaría que en su momento fuera una película muy aplaudida, sin embargo creo que hoy apenas sirve para completar la filmografía del director. No se intuye la genialidad que sí ofrecerá en otros títulos. Como mucho, pasable, para mí ni eso...