Estamos en el año 1975 y no se enseña ni un pezón. Ni falta que hacía, que no todo iba a ser quitarse de encima los complejos y excusarse en cualquier género para ofrecer el ansiado cuerpo desnudo que se había ocultado durante décadas. Con un título largo, de esos que explican demasiadas cosas y que recuerda al cine giallo italiano de aquella época, Mercero le mete mano al terror psicológico con "Manchas de sangre en un coche nuevo". ¿Quién no quisiera un coche impoluto, de gama alta, en la puerta de tu negocio, siendo jefe, para ir divino por la carretera y llegar a tu casa que es más una mansión de esas que no tienen ni los ministros?: es cuestión de lógica caramba, naces necio, sigues siéndolo durante tu vida y probablemente mueres sin saber que lo fuiste...

José Luis López Vázquez está inmenso, más allá de sus papeles de comedia típica española, del folklore y de esa etiqueta que todos conocemos, cuando lo apartaban de ahí y lo metían en papeles más serios era sencillamente un actor inmenso. Aquí hace de burgués, de hombre insatisfecho, porque quiso tener hijos y su mujer sólo piensa ya en lo material, es un hombre atormentado y desquiciado. Es un personaje de diez. La cuestión es que la película no da para más, y si se podía extraer algo más Mercero sencillamente se mostró incapaz. Con el título ya queda dicho todo. Hay crítica a la clase social alta, de acuerdo, pero no deja de ser una especie capítulo más largo de aquella estupenda serie de televisión de Chicho Ibáñez Serrador, "Historias para no dormir"... Buena película, pero creo que pudo ser más...