No pasa nada por decir que si esta película fuera un producto de masas estadounidense sería poco menos que una más del montón que no merecería la pena ni siquiera perder el tiempo en escribir nada, porque una de traficantes, de policías que andan detrás de los malos, las hay a patadas. Y tampoco pasa nada por decir que siendo iraní (oh! el gran Satán no vive por ahí en esas lejanas montañas?; o era otro país islámico?; mejor dejémoslo...) la cosa cambia y mucho...

Resulta que las leyes ahí son distintas, no se persigue a nadie para alejarlo de las calles, de lo que se trata es de colgarlo, pena de muerte, al paraíso si es que se lo ganaron, kaput, se acabó la vida en este planeta. Y no sólo eso, todo lo que has ganado traficando, si te pillan, lo vas a perder, algo que podría darte igual teniendo en cuenta la probable sentencia, pero tu familia tendrá que volver a la chabola de la que la sacaste.

Dicho esto, es un thriller cañero, los polis andan detrás de los traficantes en Teherán, eso ya lo sabemos, pero cuando le echan el guante, ah, estamos en mitad de película extasiados y entonces viene el drama carcelario, porque del juicio apenas tenemos noticia, conocemos al magistrado que aplica las leyes, desde una mesa sencilla, y ante nosotros presenciamos un hacinamiento masivo de detenidos que de celda en celda comparten mínimos espacios y casi hasta podemos oler el hedor que desprende tanta masa humana apelotonada. Hace calor, son la purria dela sociedad, gritan, se amenazan, son toxicómanos con el mono a cuestas y ahí va a parar el preso al que con todo el sentido se le intenta humanizar.

Acaba la película y estás exhausto. "La ley de Teherán" te gana por la acción y por la palabra, hablan mucho, se dicen de todo a la cara y sus más de dos horas quedan más que justificadas. ¿Del bueno y del malo he hecho algún juicio de valor?; ni yo ni la misma película, el que la vea lo entenderá...