Costa-Gavras, muy dado a la descripción de los conflictos sociales y políticos, se mete en la piel de un clasemediero en paro y de lo que es capaz de hacer para salir adelante: convertirse en un gángster "a la mode", un criminal de guante blanco, uno en manos del delirio de su personalidad antes que en manos del destino. Lo que sea y como sea. Y eso con humor y con inteligencia y con capacidad de transmitir ese mismo deseo de lograr sobrevivir... caiga quien caiga.

No podía contar con un reparto mejor. Mención aparte, porque es, en sí misma una obra de arte, la colaboración del alemán Ulrich Tukur, protagonista de Amén.

Además, tiene un ritmo fascinante, domina una acción trepidante, toca el cielo de la creación en muchas secuencias y, muy especialmente, me convence: permite que salga a relucir el criminal que hay en mí cuando se trata de sacar adelante mi vida, mi familia, mis hijos...