Tiene tela que te dejen un bebé como herencia (vaya premisa tan tonta... el niño llega a manos de su madre como caído del cielo) y te encuentres sumergido en otros menesteres que consideras más importantes. Este planteamiento es la base argumental de la comedia, en la que el personaje principal interpretado magistralmente por Diane Keaton y su relación con su bebé es el mayor aliciente de una película sencilla, pero que se ve con mucho agrado.
Cierto es que nos debemos tragar un transcurso previsible, que la propia actriz sobreactúa como en la mayoría de las pelis en las que aparece, pero no menos cierto es ver una gran cantidad de escenas entrañables y poder reírnos hasta cierto punto de lo que sucede durante la película.
Está claro que entre decidir por la empresa o por su hija, ya sabemos cual será el camino que va a escoger la protagonista, y que, aún siendo buena su interpretación, gesticula en demasía, pero es que el producto, está destinado para su lucimiento personal y la mujer yo creo que no lo hace mal. Al fin y al cabo, el cuidado de ese entrañable ser que llega a su vida (como menciono de manera incompresible, aceptamos premisa tonta, es lo de menos) requiere de una gran atención y tiempo.
Producto ochentero, hoy algo obsoleto, pero con bastante encanto. Una comedia simpática que se ve con agrado, pero sobre la que que no se pueden sacar muchas cosas, al margen de una excelente BSO a cargo de Steve Hope.
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