Haz click aquí para copiar la URL
España España · Salamanca
Voto de Giunmito:
6
Comedia Un humilde barbero judío que combatió con el ejército de Tomania en la Primera Guerra Mundial vuelve a su casa años después del fin del conflicto. Amnésico a causa de un accidente de avión, no recuerda prácticamente nada de su vida pasada, y no conoce la situación política actual del país: Adenoid Hynkel, un dictador fascista y racista, ha llegado al poder y ha iniciado la persecución del pueblo judío, a quien considera responsable de ... [+]
26 de setiembre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, ver de nuevo El Gran Dictador me ha supuesto una gran decepción. Hacía tiempo que no lo hacía, y reconozco que esperaba mucho más.

Empieza todo con la I Guerra Mundial, y esto es casi lo peor de la película. Estas escenas me han recordado mucho a las de Sopa de Ganso. Por el uso del sonido, de la cámara y por cómo ocurre lo que ocurre, parecen todas procedentes de una película bastante anterior a 1940. También me recordó este principio a Armas al Hombro (que es, por cierto, infinitamente superior a El Gran Dictador). La película avanza con un ritmo irregular y desigual en calidad y eficacia. Hay momentos en que creo ver a un imitador de Chaplin, viejo y desesperado por hacer reír, en vez de al genio de Luces de la Ciudad o El Chico.

Y es que la actuación de Chaplin, al menos en su interpretación del barbero judío, me resultó torpe y sin gracia; se le ve viejo y desentrenado; el sonido le sobra absolutamente. Este barbero, que según el propio Chaplin no es El Vagabundo Charlot, es curiosamente idéntico a él: bombín, bastón, bigote, forma de andar... Sólo el sonido y una voz meliflua y cursi consiguen diferenciarlo; pero son elementos suficientes para echarlo a perder. Este fantástico personaje no se adapta bien al cine sonoro; ni falta que le hacía adaptarse.

En su papel de dictador está mucho mejor: estúpido, cobarde, histérico y completamente desquiciado, me parece la mejor burla de Hitler que he visto en el cine. Sus escenas, las más interesantes. Si el talento de Chaplin brilla en alguna parte en esta película, es en el personaje del dictador.

El resto de personajes son planuchos y sin ningún interés. Paulette Goddard, la pobre, tenía una voz de pito bastante desagradable (también gana en el cine mudo), y su personaje es tirando a insoportable. Su padre o su casero o lo que sea, me deja también bastante frío. Al único que sí podría destacar es a Napoloni, que da lugar a una serie de situaciones muy divertidas.

La película, demasiado larga; el ritmo, un poco desigual; los últimos momentos transcurren como si a Chaplin le hubiesen acabado todas las ideas; y el discurso final...

Respecto del discurso final, hay gente que se emociona con él, que lo encuentra valiente, maravilloso, sabio y yo qué sé cuántas cosas más; hay otros, por el contrario, a los que les parece un tanto demagógico y no les gusta. No coincido ni con unos ni con otros. Para mí es simplemente nulo, sin pies ni cabeza, anti-elocuente, un cúmulo de lugares comunes sin gracia alguna, una interpretación empachosa, una lágrima fácil, y un conjunto cursilón y demasiado barato, digno de Zapatero y de la Tierra, que es del viento. Ni siquiera me parece demagógico.

Pero vamos, no todo va a ser hablar mal de esta película. Hay escenas verdaderamente ingeniosas y divertidas, dignas del mejor Chaplin, que hacen que ver esta película sea algo que merezca la pena. Me quedo con el barbero afeitando a su cliente al ritmo de Brahms; la escena de las monedas; los accesos de histeria del dictador; su encuentro con Napoloni, y otros cuantos detalles más.
Giunmito
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow