Me encuentro ante una película de corta duración, con un aprobado para su director y de corte más bien frío. Que fácil parece salir o entrar del guetto. Que poca emoción en la protagonista, aunque se sienta a sí misma como un soldado. No hay atisbo de emotividad en la relación con su madre, con su futuro esposo ni con sus amigos judíos. La cosa podía desencadenar en la muerte del niño pelirrojo-que se salva-, en la hija bailarina de su amiga-que se salva-, del novio-que se salva-, de su madre que está muy enferma-que no se muere-, y así, una tras otra desaprovechando para una historia magnífica en la que lo único que pone los pelos de punta es la mirada final de la verdadera Irene, algo que dura bien poco, porque por americanizar un poco, nos cuenta un epílogo como cuatro estudiantes estadounidenses descubrieron y sacaron a la luz ellas solitas la historia de Irene. Vamos que no es la Lista de Schindler ni de lejos, donde la crudeza no era pornográfica. Esta es una Varsovia soft, apta para toda la familia.