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España España · Ponferrada (Leon)
Voto de Antonio:
3
Comedia. Drama. Thriller En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, con el objetivo de reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales. Mucho tiempo después, en los últimos años del franquismo, dos payasos (Carlos Areces y Antonio de la Torre) luchan por el amor de una atractiva trapecista (Carolina Bang). (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una propuesta tan disparatada y extrema como la que plantea De la Iglesia es preciso entrar en su juego, dejarse llevar y tomárselo poco en serio. En mi caso, he de reconocer que no lo ha logrado porque su visionado me ha resultado una experiencia agotadora.

Al final, se convierte en una tópica historia de venganza y de continúas persecuciones con un tono excesivo, explícito, carente del humor negro y socarrón habitual de su director. Un batiburrillo de imágenes sin apenas coherencia donde nada cobra sentido ante personajes tan patéticos y llenos de sadismo. El amor es una simple excusa para sacar a relucir todos los demonios posibles. Los actores defienden como pueden personajes tan al límite de la caricatura o la parodia. En este sentido, sale bien parado Carlos Areces que cumple con creces en su arriesgado papel de payaso triste por encima del propio Antonio de la Torre como payaso alegre. La presencia de Carolina Bang tiene cierto magnetismo físico en un papel lineal y sin matices expresivos. El resto de personajes caen directamente en los clichés habituales como el Coronel Salcedo de Sancho Gracia o en el humor infantil del Motorista fantasma de Alejandro Tejería, sin olvidar ese cameo entre amigos de Raúl Arevalo en una secuencia ridícula.

Es preciso reconocer su talento visual en algunas secuencias como los títulos de crédito del principio con esa marcha procesional alternada con imágenes de archivo, la fuga del payaso triste por los alcantarillados o esa entrada en el cine con la canción de Rafael, donde por primera vez sentimos empatía con un destino marcado por la tragedia. No obstante, son solo cuentagotas en un director dotado de un especial dominio técnico aunque, en esta ocasión, los efectos especiales utilizados no destacan especialmente.

En líneas generales, es un ejercicio de muchas referencias e influencias cinematográficas que van desde la película “Freaks, la parada de los monstruos”, pasando por homenajear al propio Hitchcock para rematar con varios toques tipo Tarantino con una violencia grotesca. Sin duda, un cóctel bastante revuelto y de difícil digestión. Me quedo con ese De la Iglesia esperpéntico y más controlado en una película tan simpática y perversa al mismo tiempo como “La Comunidad”,
Antonio
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