La pareja perfecta bajo al dirección de un gigante, en un film que nos cuenta una historia de espías un año después de la Segunda Guerra Mundial.
La trama está bien contada, con el arte habitual del mago del suspense, y eso que en su año había muy pocos medios técnicos.
Casi todo es diálogo, por tanto, pero entretiene mucho y tiene ese sabor clásico añejo (como el buen vino), que a los cinéfilos siempre nos gusta probar de vez en cuando.
Los actores están en estado de gracia y tienen química.
Los diálogos son bastante frescos para ser de los años 40. Se nota que el director siempre fue un hombre adelantado a su tiempo.
El título traducido nos da la pista de que hay un componente romántico, pero no empalaga y además está perfectamente hilvanado con el hilo principal de espionaje.
Es una película que he descubierto muy tarde, pero me alegro de haberla visto porque es puro buen cine clásico, hecho por un clásico.
Como siempre, le doy una nota alta, por el mérito que supone hacer algo así hace tantos años, y que la veas ahora y todavía guste.
Como curiosidad, he notado que el tema principal de “Star Trek” se parece bastante al que suena en esta película, o quizás es cosa mía.