Los inmortales es un clasicazo moderno. Cuando se utiliza la expresión "ya no se hacen películas como las de antes", suele ser para referirse al cine clásico, el grande, pero creo que en las décadas de los 80 y 90 hay muchas películas que podrían llegar bajo la misma carta de presentación. Esta es una de ellas: exitazo en taquilla, origen de una larga saga y cumplidora a muchos niveles.

Russell Mulcahy pegó un pelotazo enorme con Los inmortales. Su bagaje, antes y después, es bastante pobre. Aquí, no obstante, hace un trabajo sorprendentemente bueno por momentos, aunque la parte en la que quiere mostrar la parte humana del protagonista (necesarios, por otra parte) se le van de las manos adquiriendo tintes que se acercan peligrosamente a la caspa. Salvando eso, que no es poco, Mulcahy nos presenta bien la historia, combina bien el thriller que usa como arma secundaria con la historia principal, logra dar consistencia a la enemistad de protagonista y antagonista, se curra las escenas de acción y se vale de un muy buen diseño de fotografía (donde destacan los exteriores) para montarse alguna que otra escena de nivel más que notable. El guion de Gregory Widen, Peter Bellwood y Larry Ferguson nos trae una historia que ha calado en la cultura popular a modo de leyenda, gracias a su original y particular punto de partida en el que todo gira en torno al célebre "sólo puede quedar uno".

Christopher Lambert salta a la palestra con Los inmortales y, como sabemos, lo hizo para quedarse. Tengo la teoría, cogida con alfileres, de que Lambert se creyó demasiado el éxito y que bajó sus prestaciones como actor muy pronto y esa teoría me encaja con la evidencia de que en la primera película de Los inmortales, que es de la que hablamos ahora, vemos uno de sus mejores trabajos. Roxanne Hart es la "añadida femenina" al protagonista tan clásica de los ochenta: mujer de belleza extraña, personaje sin más función que la de despertar la parte romántica del protagonista y atributos más que pasables como actriz. Clancy Brown, actor de pocos registros y eficacia cuestionable, se aprovecha de las virtudes de su personaje sin llegar a explotarlas. Por último, Sean Connery protagoniza la aparición estelar de la película y quiero nombrar a Jon Polito, un hombre que desprende credibilidad.

Resumiendo, que es gerundio: Los inmortales tiene unos personajes que se complementan de maravilla, un guion atractivo, una dirección eficiente, un reparto en estado de gracia, una fotografía de gran belleza, una banda sonora elegida con acierto y varias escenas de gran calidad. Un clásico más de una década que nos dejó docenas de ellos marcados por un mismo patrón: el entretenimiento.