14 años después, que no es ninguna tontería, llegó la segunda entrega de Instinto Básico, con la preciosa Sharon Stone repitiendo personaje y tras unas conversaciones nada fáciles entre productoras, posibles directores y la propia Stone.

Michael Caton-Jones no es Coppola pero tampoco es ningún energúmeno de los que merecen odio infinito. Sin embargo, en Instinto Básico 2, su realización se centra de forma casi exclusiva en la figura de Sharon Stone, a la que sigue a todas partes y a la que otorga el 99% de protagonismo en sus escenas. Caton-Jones también nos regala la vista con unos preciosos planos de los modernos edificios londinenses, con lo que el apartado visual es bastante bueno. El problema del director es que tiene ante sí la imposibilidad de llevar a flote un guion que Henry Bean y Leora Barish escribieron en el recreo cuando cursaban la educación primaria y que tiene tanto sentido como un elefante jugando al tres en raya. Dicho guion toma prestado lo más relevante de la primera película e intenta adaptarlo a un nuevo contexto, cometiendo el error de ponerse a disparar dedos acusadores contra todo bicho viviente y esperando que el director pudiera arreglar semejante despropósito. Además, el guion ridiculiza el personaje de Catherine Tramell, que pasa de ser uno de los más sexuales de la historia del cine a una simple estalactita.

Sharon Stone debió de pensar, pese a tener un C.I. de 152, que volver al personaje más popular de su carrera iba a devolverla a la primera fila del cine... y se equivocó. En Instinto Básico 2 no solo su personaje está desdibujado, también su actuación carece de todo matiz. David Morrissey no mejora demasiado el apartado interpretativo con un trabajo bastante atenazado que no logra imprimir ningún tipo de emoción. David Thewlis es el único que se salva gracias a una interpretación más que decente y a no estar tan salpicado por la estupidez como los dos protagonistas.

Resumiendo, que es gerundio: si tienes una película como Instinto Básico y su protagonista es una actriz que estaba de rechupete hace 14 años y que sigue estando de muerte, es normal tener la tentación de hacer una secuela. Pero coño, hazlo bien o por lo menos que parezca que lo has intentado. Como dato curioso, decir que Sharon Stone firmó un contrato con el que se aseguró la totalidad de su sueldo sin importar el funcionamiento de la película en taquilla. No acertó en repetir, pero sea por ese 152 o porque es una chica precavida, terminó con las espaldas cubiertas. Pero los pechos no (escena del jacuzzi).