Encantadora y a la vez durísima historia que se nos presenta dentro de las cuatro paredes de un internado católico en medio de la Segunda Guerra Mundial en la Francia ocupada por los nazis. Un relato visto desde la inocente óptica de nuestros dos protagonistas, dos chavales (uno de ellos judío...) que entablan una fuerte amistad y que intentarán evadirse de todo aquello que acontece fuera del internado. Valores como el compañerismo o la traición, entrelazados, nos dejan momentos realmente tan bonitos como desalentadores. Sé en todo momento lo -poniéndome tierno- bonita que está hecha y el coraje con el que está realizada (Louis Malle), pero ha habido momentos puntuales en los que me quedaba tan helado como la nieve del patio que caía en invierno. Hay escenas prescindibles (como cuando se pierden en el bosque) pero claro, también otras maravillosas (la que da pie el desenlace... o cuando ven a Chaplin con el proyector). Y ya que he hablado del desenlace, joder, los últimos cinco minutos son de obra maestra. Impresionante. En fin, una cinta francesa alejada de la reputadísima Nouvelle Vague pero ojo, ganadora del León de Oro en 1987 al que la falta un no sé qué para subirse el tren del notable, pero que reconozco que hay que tenerla en cuenta para un futuro próximo.