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Voto de Miquel:
8
7,5
77.633
Romance. Drama
La apacible pero anodina vida de Francesca Johnson (Meryl Streep), un ama de casa que vive en una granja con su familia, se ve alterada con la llegada de Robert Kincaid (Clint Eastwood), un veterano fotógrafo de la revista National Geographic, que visita el condado de Madison (Iowa) para fotografiar sus viejos puentes. Cuando Francesca invita a Robert a cenar, un amor verdadero y una pasión desconocida nacerá entre ellos. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2010
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama romántico de Clint Eastwood (San Francisco, 1930). El guión, de Richard LaGravanese (Brooklyn, 1959), adapta con fidelidad la novela de éxito “The Bridges of Madison County” (1993), de Robert James Veller . Se rueda en escenarios naturales de Iowa (Adel, Winterset, puente Holliwell y puente Rosemon). Es nominado a un Oscar (actriz principal). Producido por C. Eastwood y Kathleen Kennedy para Amblin/Malpaso y Warner, se estrena el 2-VI-1995 (EEUU y Canadá).
La acción dramática tiene lugar en una granja del condado de Madison (Iowa), durante 4 días de 1994. Francesca Johnson (Streep), ama de casa, casada con Richard Johnson (Haynie) y madre de Michael (Slezak) y Carolyn (Corley), de unos 45 años, nació en Bari (Italia). Durante la IIGM conoce a un soldado norteamericano con destino en Italia. Se casan (1946) poco después de finalizar la guerra. Veinte años más tarde conoce casualmente a Robert Kincaid (Eastwood), fotógrafo de “National Geografic”. Ella es sencilla y soñadora. Él tiene unos 60 años, está divorciado y es de espíritu aventurero.
El film suma romance, drama, drama romántico y vida rural. La narración compone un relato sensible y vigoroso que se desarrolla con elegancia, realismo, naturalidad y aliento poético. La acción se presenta envuelta en una atmósfera onírica, de sueño o ensoñación, que oscila entre lo real y la irrealidad. No es moralizante ni sensiblera. No contiene ningún gesto violento. Construye la historia desde el punto de vista de una mujer, que es a la vez la protagonista y la narradora. No hay ni efectos especiales ni engaños visuales o sonoros. Se explica con mesura, equilibrio, transparencia y veracidad. Las escenas de amor no muestran gestos exagerados o artificiosos. El film respira el aplomo y la densidad del clasicismo del realizador.
Explica una historia de amor arrebatado, incontenible, sin límites y sin barreras, entre dos personas maduras a las que la edad ha situado en posiciones propias de quienes han superado urgencias y apremios, viven una etapa de sosiego emocional, no esperan nuevas emociones y no buscan nuevas ilusiones. La historia romántica no implica a adolescentes ni a personas jóvenes. Es una espléndida e insólita historia de amor maduro y una emocionante exaltación de este tipo de amor.
La narración juega con dos niveles temporales. El presente narrativo, situado en 1995, mediante flashbacks evoca hechos sucedidos 30 años antes, que se conocen a través de un escrito autobiográfico de la protagonista, que quería que sus hijos conocieran unos hechos singulares que ella había protagonizado. Ambos tiempos comparten un pasado común: la relación de Francesca y Richard en la Italia de la IIGM. La combinación de tiempos diferentes confiere al film un dinamismo gratificante y muy atractivo.
La acción dramática tiene lugar en una granja del condado de Madison (Iowa), durante 4 días de 1994. Francesca Johnson (Streep), ama de casa, casada con Richard Johnson (Haynie) y madre de Michael (Slezak) y Carolyn (Corley), de unos 45 años, nació en Bari (Italia). Durante la IIGM conoce a un soldado norteamericano con destino en Italia. Se casan (1946) poco después de finalizar la guerra. Veinte años más tarde conoce casualmente a Robert Kincaid (Eastwood), fotógrafo de “National Geografic”. Ella es sencilla y soñadora. Él tiene unos 60 años, está divorciado y es de espíritu aventurero.
El film suma romance, drama, drama romántico y vida rural. La narración compone un relato sensible y vigoroso que se desarrolla con elegancia, realismo, naturalidad y aliento poético. La acción se presenta envuelta en una atmósfera onírica, de sueño o ensoñación, que oscila entre lo real y la irrealidad. No es moralizante ni sensiblera. No contiene ningún gesto violento. Construye la historia desde el punto de vista de una mujer, que es a la vez la protagonista y la narradora. No hay ni efectos especiales ni engaños visuales o sonoros. Se explica con mesura, equilibrio, transparencia y veracidad. Las escenas de amor no muestran gestos exagerados o artificiosos. El film respira el aplomo y la densidad del clasicismo del realizador.
Explica una historia de amor arrebatado, incontenible, sin límites y sin barreras, entre dos personas maduras a las que la edad ha situado en posiciones propias de quienes han superado urgencias y apremios, viven una etapa de sosiego emocional, no esperan nuevas emociones y no buscan nuevas ilusiones. La historia romántica no implica a adolescentes ni a personas jóvenes. Es una espléndida e insólita historia de amor maduro y una emocionante exaltación de este tipo de amor.
La narración juega con dos niveles temporales. El presente narrativo, situado en 1995, mediante flashbacks evoca hechos sucedidos 30 años antes, que se conocen a través de un escrito autobiográfico de la protagonista, que quería que sus hijos conocieran unos hechos singulares que ella había protagonizado. Ambos tiempos comparten un pasado común: la relación de Francesca y Richard en la Italia de la IIGM. La combinación de tiempos diferentes confiere al film un dinamismo gratificante y muy atractivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El ritmo es pausado y sosegado para dar tiempo a que las emociones penetren en las profundidades del espíritu. El montaje es excepcional, sobre todo en la composición de la escena del puente, en la que se consiguen unos momentos de gran intensidad. La interpretación de Meryl Streep es grandiosa. La acompaña en justa réplica un extraordinario Eastwood.
La cinta presenta paralelismos con “Breve encuentro” (Lean, 1945) y “Cartas de una desconocida” (Ophüls, 1948). En las tres películas la narración corre a cargo de una mujer, en las tres se respiran aires oníricos, los tres amores son imposibles, las tres obras son de un fuerte dramatismo, etc. Wong Kar-Wai se inspiró en ella para definir algunos elementos de su obra más conocida, “In the Mood for Love” (2000).
El film nos habla de amor, de la sencillez de la vida rural, de sinceridad, veracidad, espontaneidad y transparencia, de la magnífica realidad del amor entre personas mayores, del amor-pasión y de su pulsación caprichosa entre jóvenes y también entre personas maduras, de la dignidad y respetabilidad del amor que se presenta en la madurez de la vida, etc. Son escenas memorables la de la lluvia y el semáforo, la de la vecina intrusiva y ruidosa, la de las fotografías de ella en las cercanías del puente de Rosemon (cuando ella descubre que Rciard la desea), la detallada secuencia de la preparación en la cocina de la comida para la familia, la de la bañera, la del puente sobre el río y otras.
La banda sonora, de Lennie Niehaus, colaborador habitual de Eastwood como arreglista, ofrece una partitura de ritmos pausados y profundos, que combinan jazz (“This is Always”), blues, y melodías populares (“Gardenia azul”), con cortes de música de ópera (“Norma” de Bellini y “Sansón y Dalila” de Saint Saëns). El tema de amor (“Doe Eyes”) es de gran belleza. La fotografía, de Jack N. Green, en color (technicolor) crea composiciones de escasa y escasísima luz tan del gusto del realizador y muestra preferencia por los espacios abiertos, los paisajes inmensos, la verdad y el realismo.
Bibliografia
- Carlos AGUILAR, “Los puentes de Madison”, ‘Clint Eastowood’, Cátedra ed., pág. 215-222, Madrid 2009.
- Ángel FERNÁNDEZ SANTOS, “Los puentes de Madison”, ‘El País’, 24-X-1995.
La cinta presenta paralelismos con “Breve encuentro” (Lean, 1945) y “Cartas de una desconocida” (Ophüls, 1948). En las tres películas la narración corre a cargo de una mujer, en las tres se respiran aires oníricos, los tres amores son imposibles, las tres obras son de un fuerte dramatismo, etc. Wong Kar-Wai se inspiró en ella para definir algunos elementos de su obra más conocida, “In the Mood for Love” (2000).
El film nos habla de amor, de la sencillez de la vida rural, de sinceridad, veracidad, espontaneidad y transparencia, de la magnífica realidad del amor entre personas mayores, del amor-pasión y de su pulsación caprichosa entre jóvenes y también entre personas maduras, de la dignidad y respetabilidad del amor que se presenta en la madurez de la vida, etc. Son escenas memorables la de la lluvia y el semáforo, la de la vecina intrusiva y ruidosa, la de las fotografías de ella en las cercanías del puente de Rosemon (cuando ella descubre que Rciard la desea), la detallada secuencia de la preparación en la cocina de la comida para la familia, la de la bañera, la del puente sobre el río y otras.
La banda sonora, de Lennie Niehaus, colaborador habitual de Eastwood como arreglista, ofrece una partitura de ritmos pausados y profundos, que combinan jazz (“This is Always”), blues, y melodías populares (“Gardenia azul”), con cortes de música de ópera (“Norma” de Bellini y “Sansón y Dalila” de Saint Saëns). El tema de amor (“Doe Eyes”) es de gran belleza. La fotografía, de Jack N. Green, en color (technicolor) crea composiciones de escasa y escasísima luz tan del gusto del realizador y muestra preferencia por los espacios abiertos, los paisajes inmensos, la verdad y el realismo.
Bibliografia
- Carlos AGUILAR, “Los puentes de Madison”, ‘Clint Eastowood’, Cátedra ed., pág. 215-222, Madrid 2009.
- Ángel FERNÁNDEZ SANTOS, “Los puentes de Madison”, ‘El País’, 24-X-1995.