Imagino que la historia que cuenta Swagger ha podido ser la de Kobe Brayan, Kevin Garnett o Lebron James, entre otros miles y miles de estrellas de la NBA, o de otros millones de potenciales jugadores que no llegaron nunca.

La historia es sencilla. Un joven afroamericano de 14 años con un potencial tremendo para jugar al baloncesto tiene que luchar cada día con sus fantasmas de la competencia, entrenadores, compañeros, familia y comunidad para conseguir su objetivo de llegar a la NBA.

Pero no está contado como un cuento de hadas. La historia a mi me transmite que podría ser perfectamente real, llena de altibajos y muchos momentos más duros y desagradables que agradables.

Transmite valores de todos conocidos o imaginables para este tipo de negocio: trabajo duro, levantarse cuando te caes, no dejarse intimidar, confianza, trabajo en equipo, asesorarse bien, confiar en la familia....

Y una cosa que me encanta, las escenas puras de baloncesto son creíbles y dinámicas. No parece que sea una grabación con una cámara.

Y también me ha encantado las interioridades del mundo de baloncesto de instituto, tanto en la cancha como en la familia. Las miles de historias personales paralelas que circulan alrededor. El inicio ya de negocios con estrellas prometedoras, tanto de patrocinadores, como de otros institutos y ojeadores que tientan a las estrellas. Una historia de instituto y de barrio, de comunidad, que me ha resultado curiosa, creíble y realista. Tiene mil detalles que desconocía y por fin me he enterado de los chavales afroamericanos que juegan al baloncesto en sus inicios. Sus sueños, pero sobre todo, sus realidades y fantasmas para llegar a la cima.

Bien interpretada. Personajes sólidos. Historia muy creíble.

Me ha encantado.