Primera realización en el largometraje de Arantxa Echevarría, que como cine no es muy allá, más bien es limitada en no pocos aspectos, pero tiene la honestidad y dignidad para sus personajes como banderas principales.
No inventa nada nuevo, pero es fresca y con pocos personajes lleva el argumento sin cansancio, aunque no cuente mucho, ciertamente.
Pero lo que cuenta destila verdad y los sentimientos puros de amor y cariño están expuestos con claridad y sin medias tintas.
Canto al respeto a la identidad sexual de las personas, sean cuales sean que sean, cae en un costumbrismo que ha resultado desde el comienzo polémico, siendo rechazado por uno/as y aplaudido por otro/as (yo no me pronuncio al respecto...), y resulta en todo momento entretenida aunque bien pudiera caer en un olvido al de no mucho de verla.
Y es que no tiene ninguna escena memorable, sino pequeños detalles que la distinguen sobre otras con más pretensiones y la enriquecen al menos en cuanto a su fondo se refiere. La forma, como he dicho, es más bien sencilla.
Pero resulta funcional y cae bien en general.

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