Bonita historia real dirigida con sobriedad, quizás demasiada, por Stephen Frears, otrora enfant terrible del cine inglés.
En esta ocasión narra de forma tranquila pero segura, una historia desgarradora, real, que no busca en absoluto la lágrima fácil, aunque en el ultimo tramo lo consigue, tal es la dolorosa historia, que no puede por menos que llevar a la ira o al menos enervar al espectador más templado. Unos veinte minutos finales llenos de dramatismo, de rabia, que en busca de sus protagonistas toman caminos finales diferentes, tal es la personalidad de uno y la otra.
Hay diálogos de inteligente y fino humor, y unas matizadas y maravillosas interpretaciones que elevan el filme,que de otro modo, en ocasiones, no es muy diferente de algunos buenos "estrenos TV".
Pero es que no es en absoluto sentimentaloide, sino que siempre está impregnada de fina sensibilidad, de cine inteligente para gente que, aunque no necesite ninguna dosis de conocimiento cinemetográfico especial, si al menos huya del cine que, mayoritariamente, se hace como churros hoy en día, lleno de explosiones, peleas y sexo.
Un film modesto en su exposición de los hechos, pero grande en reflexiones sobre
el periodismo "de interés humano", de la búsqueda de la gran y exitosa noticia antes que de la dignidad de las personas, de la Iglesia Católica y sus aforismos y predicamentos, y del perdón, o no, ante indignidades cometidas en épocas anteriores y que ahora están saliendo en grandes proporciones a la luz.

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