Recuerdo la polvareda y expectación que levantó esta película el año de su estreno, se hablaba mucho de ella, de la polémica creada por tratar temas religiosos algo espinosos, bueno ¿y qué no es espinoso cuando está la iglesia de por medio? No es para tanto, ni mucho menos. Gabriel Byrne es prácticamente lo poquito que se puede salvar de esta floja película que trata un tema que me interesa tanto como es el de los exorcismos. El atractivo actor siempre ofrece una actuación encomiable, aunque su papel como el del resto del reparto, no es para tirar cohetes. De Patricia Arquette esperaba mucho más aquí, una actriz que no me disgusta pero que creo sinceramente que no se toma muy en serio su trabajo aquí. Su actuación deja mucho que desear. De los secundarios, decir que están estereotipados hasta el extremo, sobre todo ese cardenal interpretado por Jonathan Pryce que no tiene desarrollo ninguno, es malo porque sí, porque en toda peli de intriga debe de haber uno pero no nos explican los motivos por los que hace lo que hace. De Nia Long, Portia di Rossi o Rade Serbedzija decir que no pueden hacer más con sus inútiles personajes. Por otra parte, la estética videoclipera me cansa, me aburre tanta vela, tanta agua goteando, tanta paloma volando, no me convence. En fín, peli de fín de semana, de domingo aburrido y poco más.