Haz click aquí para copiar la URL
España España · León
Voto de jvalle:
8
Thriller. Acción. Drama Tras varios años de investigación de la CIA, que incluyó torturas a prisioneros en Afganistán, y gracias sobre todo a la perserverancia y decisión de la agente especial Maya (Jessica Chastain), por fin el presidente Obama dio el visto bueno a la operación militar que acabó con la vida de Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda. El título, "Zero Dark Thirty", se refiere a la hora: las 00:30 de la madrugada del 2 de mayo de 2011, momento en ... [+]
24 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi un año después de que la directora Kathryn Bigelow y el guionista Mark Boal triunfaran en los Oscar del año 2010 con la tediosa ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’, el gobierno de Estados Unidos anunciaba que había encontrado -y liquidado- a Osama Bin Laden, el hombre más buscado del siglo XXI. Bigelow, que llevaba varios años trabajando en un guión sobre la incansable búsqueda del líder de Al-Qaeda por parte de la CIA, lo revisó enteramente y comenzó a preparar el proyecto de una película que finalmente adoptó el nombre de ‘Zero Dark Thirty’, en alusión a la hora en que los miembros del ejército estadounidense entraron en la localidad de Abbottabad, donde se escondía el líder islámico. La traducción al castellano, como casi siempre sin guardar ninguna relación con el original, fue ‘La noche más oscura’.

La película estuvo rodeada de polémica desde que Bigelow anunció sus intenciones de llevar a la gran pantalla una de las operaciones militares secretas más exitosas -por lo menos para los americanos- de la historia reciente. Y es que la directora aborda la historia desde un punto de vista totalmente objetivo, sin decantarse por ningún bando. ‘La noche más oscura’ arremete contra Occidente y contra Oriente, no muestra ni amor ni odio hacia ninguna de las dos partes, haciendo gala de una frialdad y apatía que solo se fracturan en el final de la película, del cual hablaré más abajo. Bigelow no se moja, deja al espectador la difícil tarea de juzgar todo lo que se le muestra, y eso convierte a ‘Zero Dark Thirty’ en toda una reflexión moral y ética que de momento no ha sentado nada bien en el Parlamento americano, que ya ha abierto una investigación sobre las fuentes y contactos que mantuvieron la directora y el guionista a la hora de documentarse.

Dado que casi todos los occidentales conocemos las barbaridades que han cometido los terroristas islámicos, y que aparecen perfectamente reflejados en la cinta (impactante la escena de la explosión de un camión bomba en el Hotel Marriott en Islamabad del que trata de salir ilesa la protagonista, o el inicio de la película en el que se pueden escuchar sobre un fondo negro grabaciones de voz de personas que vivían sus últimos momentos durante el ataque del 11-S), Kathryn Bigelow dedica gran parte del metraje, sobre todo al comienzo, a mostrarnos los salvajes métodos de tortura con los que los americanos trataban de obtener información de sus presos musulmanes. Es en esta parte donde destaca la labor interpretativa de Jason Clarke, que encarna a un torturador carente de piedad. La crudeza con la que se nos presenta la “interrogación asistida” hace que el espectador se sobrecoja y sienta verdadera lástima por Ammar, a pesar de que conoce su vinculación con el terrorismo.

Bigelow dota de un ritmo lento al nudo, que constituye la parte menos interesante del relato, aunque es crucial para comprende el mensaje final de la película. Aun así, el calculador y preciso montaje, unido a una banda sonora orquestada por Alexandre Desplat que nunca entorpece la narración, logra mantener en tensión durante casi más de dos horas al espectador, sin dejarle ningún momento de respiro ni tranquilidad. Las inesperadas explosiones, unidas a numerosos cambios en la operación, sumergen al público en un estado de continua expectación. Aunque sin duda son los últimos 20 minutos, que narran el ataque a la finca donde se escondía Bin Laden, los que hacen de ‘La noche más oscura’ una experiencia trepidante y asombrosa, pues dejan al espectador casi sin respiración y con el corazón inmovilizado en la butaca. Y es aquí donde reside el verdadero mérito de la película: conseguir que el público se interese y viva de una forma tan apasionada y agotadora una historia cuyo final ya conoce.

Y luego está Jessica Chastain, que interpreta -o mejor dicho, que es- Maya, una joven agente de la CIA especializada en localizar y matar a terroristas. La enorme evolución de su personaje a lo largo de la película (recordemos que la trama transcurre a lo largo de una década), está perfectamente llevada a cabo por Chastain, que pasa de una inocencia inicial a una seguridad en sí misma y obsesión por su trabajo casi espeluznante (la escena en la se come, literalmente, a su jefe Joseph Bradley). Los primeros planos con los que la directora la presenta permiten mostrar sus cambiantes estados de ánimo y logra despertar, aunque el espectador no conozca apenas nada de ella, un gran interés por el personaje.

Pero la película corría el riesgo de convertirse en un relato, aunque enormemente interesante y fiel a los hechos reales, frío y carente de alma. Y entonces Kathryn Bigelow vuelve a sorprender con una escena final simple pero muy conmovedora, y que invita a la reflexión sobre todo lo visto anteriormente. En ella la protagonista, a pesar de haber logrado el objetivo por el que llevaba trabajando sin descanso casi 12 años, se da cuenta de su triste y solitaria situación. ¿Realmente valía la pena las muertes, los dólares y el tiempo que costó la operación de venganza contra Bin Laden? Las lágrimas de una bellísima Jessica Chastain hablan por sí solas.
jvalle
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow