Aparecen personas desenvolviéndose en la vida como si fuera en un documental.
Imagen de una mosca… Una ventana… Una actuación en el escenario de un japonés danzando. Un poco más y te ponen la actuación entera. Vagones en marcha… Muerte.
Tokio. Pañuelos anudados… abrazos por la calle… Con la muerte de la mujer, el marido queda completamente desorientado. Hay que valorar lo fácil que nos hace la película comprender y sentir esta desorientación.
Un breve pero intenso encuentro al final.
Qué gran pueblo el japonés. Son muy ceremoniosos, educados y limpios.
Y aunque no venga al caso, por haberlas visto en poco tiempo de diferencia, quiero añadir que qué gran diferencia de clase, de ideas, de contar una historia, entre esta película alemana de un alemán en Tokio, comparándola a la majadería de Isabel Coixet, Mapa de los sonidos de Tokio, de un español en Tokio. Me da pena decirlo pero para esto están los comentarios...