Tenemos al Tom Cruise con sus peleas y con sus carreras ante el cataclismo que se le viene encima en un popurrí con el que te hace un personaje diferente por narices y vale, ya está, en este caso un sargento del Ejército un poco geta que va por Irak a la caza del tesoro haciendo negocios a escondidas, que por eso será que tiene tantas medallas como dicen después; y es que el Ejército americano pues ahí le tenemos haciendo la ronda por el mundo, como le gusta y puede porque tiene mucho dinero para pagar dietas al personal y ya está.

Esa casualidad se cruza con otra casualidad en Londres en una obra haciendo un túnel y ese choque de casualidades se aprovecha para colocarte a Sofia Boutella de Momia y luego acción y fantasía a raudales y a verlas venir, que no pasa nada. Cuando estaba a punto de cagarme en algo, el todoterreno, el crack de Russell Crowe, fichaje obligado, el mejor, crea un personaje espectacular que es la mejor novedad que se sacan de la manga: el doctor Jekyll, mi primo, además siendo un fiel reflejo de la obra de Stevenson con su mano muñón y sus inyecciones de metadona; con él se intenta dar un punto de cohesión a todo el entramado.

Espectacularidad, bien; explicaciones, regular; mucho de todo pero una base argumental algo endeble. En el aspecto primordial, dejando a un lado el tema de la maldad que es un camino sin salida, la base de la trama es la aventura, y ha faltado un poco más de convicción en ella, de concreción. La pareja es el vehículo y tampoco cierra un romanticismo de altura que toda aventura con riesgo exige, y más habiendo una momia por medio, que lo merece después de tantos siglos vendada.