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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
9
Drama Martin (Willem Dafoe) es un mercenario que debe viajar desde Europa a Tasmania para capturar al último tigre de ese país. En contra de sus deseos, se ve obligado a compartir el campamento base con la mujer y los hijos de un zoólogo desaparecido. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lógico en una sociedad moderna que todo vestigio de violencia desaparezca, ahora bien, es algo tan ilusorio, tan utópico, que es posible que estemos a años luz aún de una civilización plena.

Ver esta película de El último cazador debe hacernos más civilizados y, sobre todo, no escandalizarnos puesto que el título es una auténtica declaración de intenciones, sabemos a lo que vamos, no protestemos luego; veamos El último cazador como un excelente film, protagonizado con todo acierto por Willem Dafoe interpretando a un hombre que sigue unas reglas, que cumple un trabajo, un encargo, y va a por él sin interferir en más hábitats, sin incordiar en ningún círculo social y sin interrumpir labores, al menos es lo que quiere.

A partir de ahí, se desarrolla un film que es una auténtica exposición de saber hacer por parte de un director, Daniel Nettheim, que no ha dejado nada sin atar. No sé si será cazador, pero el tema es el siguiente: Me imagino a un director (por ejemplo uno de aquí, España) que sin tener ni pajolera idea de la caza se ponga manos a la obra a hacer esta película, resultado: Una mierda. Como mucho aceptaría el consejo de algún aficionado cinegético pero sin variar sus intenciones, aceptando lo que le interesara y rechazando lo que no, o sea, orgullo del malo, siempre su idea por encima de las demás; resultado: Otra mierda. En cambio, en esta película se entra en el introvertido mundo del cazador, en el intimismo de la persona, en el ser primitivo, el del avance tras la huella, sin pensar, sin lenguaje en la mente para definir frases, en el ser humano de la Edad de Piedra en medio de la Naturaleza, y es evidente la aportación de un experto cazador a cada paso, de que hay un conocimiento de la caza que ha marcado la diferencia porque cada fotograma es de una coherencia absoluta, sobre lo que es y significa la caza y esa lección ha aportado realismo y, lo más importante, respeto hacia el espectador.

Es un placer abandonarse a los planos de la fotografía, a los fantásticos paisajes y al papelón de Willem con las lecciones bien aprendidas: la mirada del cazador, la posición de disparo, la quietud absoluta, el camuflaje, la dirección del viento, la eliminación de cualquier olor que le descubra… En ese aspecto, la película es un peliculón al que no se le puede pedir más. Porque además, de entrada, nos mete en la intriga con unas sensacionales imágenes de una película pionera, antiquísima, de esas sepia, seguramente de finales del s. XIX, con un extraño animal enjaulado que ya nos despierta toda la curiosidad y nos predispone, cual Willem Dafoe, a ir a por él. Es ese vestigio de seres desaparecidos el que nos arranca el interés sin que decaiga en todo el camino, esos habitantes que antes que nosotros ocupaban territorios desconocidos de este mundo, cual pájaro dodó, que se extinguió por nuestra inevitable propagación, como si al vernos llegar ya no quisieran saber nada de nada, y menos de nosotros, y prefirieran desaparecer antes que aguantar tamaña plaga.

Pues ese extraño ser, el tigre de Tasmania, todavía camina desafiante por su hábitat, y por eso los intereses empresariales, los poderosos, quieren su pellejo, su pelliza, su sangre, sus asaduras, su adn, porque el animal posee una toxina que paraliza a la presa y hay que estudiarla porque vale millones de cara al futuro.

La película añade la intromisión involuntaria del cazador en una familia que se presenta sin apenas pasado, con el cabeza de familia ausente. El cazador no necesita de pasado alguno, toda la experiencia la lleva encima, está actualizado, y la empresa lo sabe, y él. Va a por la pieza y la va a cobrar. No puede escaparse, nadie lo duda, por muy inmenso que sea el territorio, pero esto es cine, y el cazador es también presa de los intereses que aguardan, también del entorno, la familia lo absorbe, no es su problema pero en este mundo nadie está libre de interferir en los intereses ajenos, ya sean emocionales o económicos, y eso hará que la misión no sea sólo la de cazar. Una película a tener en cuenta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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