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Voto de Antonio Morales:
10
Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
25 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El hombre que mató a Liberty Valance” es un western crepuscular, realizado no por un joven impulsivo de los que en los setenta se dedicaban a desmitificar el género, sino por John Ford, un veterano de 67 años con un pasado glorioso en el cine del Oeste cuya mirada contenía una melancolía autentica, propia de quien conoce el mundo del que habla, entre otras cosas porque forma parte de él. El film es una madurísima meditación sobre el “Far west” y sus héroes, unos personajes que viven en un mundo cambiante.

Dos son las figuras emblemáticas sobre las que se estructura esta película emocionante, serena y sentida. Una es la de Tom Doniphon (quien no podía ser otro que Wayne, tan desarraigado como en “Centauros del desierto”), hombre rudo y noble, personaje del viejo Oeste en vías de extinción. Y la otra, su opuesto, es la del hombre de leyes Stoddard, que llega a ese universo semisalvaje con cuatro libros bajo el brazo, ganas de sembrar la justicia y un ímpetu que le llevará a ser senador (un esplendido Stewart). Dos seres antagónicos pero unidos contra un rival, el símbolo todavía existente de la brutalidad y la ley de la fuerza: Liberty Valance (perfecto Lee Marvin).

Todo es sosegado en este western casi de cámara, apenas hay escenas de exteriores y las que hay, están rodadas en estudio, en un magistral blanco y negro en armonía con el argumento y por cortesía del maestro William H. Clothier, dotado de una nostalgia contenida y de esa humanidad que sólo los más excelsos poetas saben extraer de los personajes más comunes. Porque aquí hasta los héroes de la épica (Wayne, claro está) son criaturas simples y cotidianas, se trajean los sábados por la noche, cenan en el restaurante y saben apreciar la belleza de una flor, para ofrecerla a su chica. Hallie (quizá el mejor papel de Vera Miles) es la chica que pretende Doniphon, pero desde la llegada de Stoddard ella está algo confusa, pues quiere aprender a leer y el abogado está dispuesto a abrirle la puerta del conocimiento.

El tema de Ford es el de la dignidad o la gloria en la derrota, pero en mi opinión el tema más persistente en Ford es el sacrificio, o incluso, el más netamente católico de la redención; y, en lo más profundo, el de la identidad americana: sea esta la de un apache chiricaua, la de un Cheyenne, la de un confederado, la de un yanqui, la de un emigrante de cualquier origen; o la de aquel hombre intranquilo que adoptó para la fama el seudónimo de John Ford.
En el spoiler (para no destripar la peli) apunto dos minúsculas sentencias que encierran, por sí solas, toda la grandeza de un género que sin Ford y esta película sería menos grande.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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